jueves, 18 de febrero de 2021

El virus: algunos datos - Joaquín Leguina

 El virus: algunos datos - Joaquín Leguina


Quien esto escribe, amable lector, es (por oposición) Estadístico Superior del Estado y algo sabe del manejo de datos. Y desde esa pequeña autoridad le digo que los datos diarios de contagios no sirven estadísticamente para nada. En primer lugar, porque esa cifra depende del número de pruebas que se haga. De hecho, lo relevante no es que una enfermedad sea contagiosa sino que sea grave, pero se suele tomar como referencia el número de contagios diarios aunque la mayoría de los contagiados no tengan síntomas, santificando así a los PCR. ¿Qué probabilidad hay de que una persona elegida al azar entre la población esté perfectamente sana habiendo dado positivo en un PCR?

La cifra de falsos positivos está entre el 45% y el 85% de los testados, pues no es lo mismo la probabilidad de tener gripe si se tiene dolor de cabeza que la probabilidad de que duela la cabeza si se tiene gripe. Por lo tanto, insisto, la validez de esos positivos es, desde el punto de vista estadístico, más bien escasa. Por eso hace unos días la OMS aclaraba que los ensayos de PCR sólo están indicados “como ayuda para el diagnóstico”, por lo que deben combinarse con “observaciones clínicas, el historial del paciente, el estado confirmado de cualquier contacto y la información epidemiológica”.

En otras palabras: las únicas cifras inapelables son las de fallecimientos. También las tasas de ocupación de camas en las UCI tienen su importancia. Es a través de los fallecimientos como se llega a la conclusión más relevante: la variable que mejor explica esa sobremortalidad es la edad (una vez contagiado, a más edad mayor probabilidad de morir de Covid-19) y por lo tanto debería ser la edad la que marque el orden en que se vayan poniendo las vacunas.

El número de muertes a causa de la pandemia durante el año 2020 fue de más de 80.000 por encima de lo esperado (proyectando el número de muertes en 2018-2019 a 2020) y sumando las que van a ocurrir en 2021 se superarán las 100.000 muertes antes de que las vacunas acaben con la plaga. Pero es que una buena parte de esas muertes de más no son producidas directamente por el virus sino por la desatención sanitaria que el virus ha producido en enfermos con otras patologías. Escuché (en la radio) a una mujer que ha montado una asociación para protestar por la muerte a su hermana de 45 años a causa de un cáncer (imposible de diagnosticar por teléfono) y fue por teléfono como se le realizaron las consultas médicas a la fallecida.

Una más de las muchas tragedias, efecto secundario del maldito virus.