lunes, 9 de agosto de 2021

Muchos perros, pocos viejos - Luis del Val

 Muchos perros, pocos viejos - Luis del Val


Cualquier día habrá hoteles en los que no admitirán viejos. El progresismo avanza imparable

 todo tipo de establecimientos, pero todavía hay prohibiciones, y siempre es un inconveniente a la hora de reservar habitación.

Sin embargo, las ventajas de veranear con el perro en lugar de con la abuelita son muchísimas. En primer lugar, la abuelita a lo mejor es tu madre o tu suegra, y te dice que vaya porquería de apartamento que has alquilado, o se ha enterado de lo que valen las habitaciones del hotel y te reprocha que sea demasiado caro, o demasiado alejado de la playa, o demasiado lo que sea. Ese tipo de comentario jamás te lo hará un perro. Hombre, sí, el perro puede ladrar, y los viejos, en cambio, no ladran nunca, pero se pueden poner enfermos y, con este insolidario sistema autonómico, la tarjeta sanitaria de un sitio no te puede valer en otra autonomía, donde asistirán sin rechistar a un pobrecillo que acaba de arribar en una patera, pero puede que tengas que llevar a la abuela a un médico privado. Todos estos factores nos vuelven mucho más progresistas, y hay que reconocer que a la sociedad le cuesta dejar la mascota en una perrera. Los viejos, en cambio, se quedan en la residencia sin rechistar. En el mes de agosto, no sólo salen menos, sino que es el mes en el que más raras son las visitas. Ya existen hoteles, ‘adult only’, donde no se admiten niños. Cualquier día habrá hoteles en los que no admitirán viejos. El progresismo avanza imparable.