sábado, 10 de octubre de 2020

Rastreo de resentidos - Juan Carlos García Regalado

Rastreo de resentidos - Juan Carlos García Regalado


A estas alturas de crisis sanitaria, a estas alturas del siglo XXI -el siglo fallido, tan lejos de lo que sobre él habíamos soñado de niños-, lo de menos, lo menos preocupante, sinceramente, es el virus. El virus, de hecho, ya no es más que un pretexto, la coartada de un grupo salvaje de políticos que están asolando el mundo, con España a la cabeza, en una carrera de dementes y malvados que sólo buscan el empobrecimiento social y el fin de las libertades. Y no lo digo yo, lo dicen ellos, pues ya no esconden sus intenciones, así de siniestros se muestran; lo dicen también algunos periodistas (otros viven estabulados en el gulag ideológico progre-burgués de sus amos). Lo sabemos todos, sobre todo los que quedamos, cada vez menos, con los pies en el suelo, con la cabeza en su sitio, con una idea clara sobre el bien y el mal. Si hace mil años ya se decía que los muros de los manicomios se hacían no para que no se escaparan los locos, sino para que no entrasen más, imagínense en estos días. Y sin manicomios que estamos...

Y mientras escribo esto (jueves 8, 23:05 horas) me llega un mensaje de un amigo: “nos gobierna un jodido psicópata”. Y la noticia que sustenta su enfado, su terror (que es el mío), se refiere a la convocatoria de un Consejo de Ministros extraordinario para declarar el estado de alarma en Madrid y acabar así con la decisión judicial de levantar el cierre de la capital decretado manu militari por Sanidad. Para la Justicia, dicho cierre (como el confinamiento de marzo, a mi juicio) conculcaba “derechos fundamentales” de los ciudadanos. Pero ahí están estos chalados para cargarse, ya sin disimulo alguno, la independencia judicial. ¿Qué más queremos, qué más tendremos que ver?, ¿qué más puede ocurrir?, ¿hasta dónde piensan llevar estos descerebrados la destrucción del Estado y por tanto de nuestras vidas? No hay derecho y alguien tiene que parar todo esto y a todos estos. Insisto una columna más: están en juego la democracia, las libertades, el bienestar y la paz. La paz.

¿A qué esperamos para tomar las calles y reclamar la caída de este Gobierno totalitario? Ahora mismo España no es una democracia. Es una pura dictadura liderada por resentidos y parásitos. Gente con muy mal fondo. Y no hacen falta rastreadores para identificar la parada y fonda de los ciudadanos infectados por el coronavirus, hacen falta rastreadores de gilipollas, de canallas, de chaqueteros, de paletos, de gente que sólo ha nacido para odiar, para desear todo mal al prójimo, a la bandera, a la nación. A la libertad.