jueves, 10 de octubre de 2019

Así funciona la cosa - Luis Ventoso

Así funciona la cosa - Luis Ventoso

¿El PSOE compra votos? Bueno, pelillos a la mar...
Una fábula política. Estamos en 2016, a 40 días de unas elecciones generales, con el viejo Mariano en La Moncloa. Un periódico de los más relevantes del país destapa que en un Ayuntamiento de 2.700 habitantes, dirigido por el PP, el Gobierno municipal compraba votos a través de empleos y contratos en organismos controlados por los populares. Las pruebas del periódico son concluyentes y asombrosamente burdas en su descaro: páginas manuscritas del teniente de alcalde popular con listados de vecinos y descripciones de cómo comprar su voto y mediante qué enchufes. Todo el chanchullo ha quedado al descubierto porque al perder el Ayuntamiento en las últimas municipales, a la alcaldesa popular le entró el pánico y comenzó a deshacerse de pruebas mediante una máquina trituradora de papel, que acabó fundiendo de tanto usarla. Entonces la regidora esconde legajos que no ha logrado destruir en el cementerio y en un armario, lugar donde los encuentra el nuevo equipo municipal del PSOE, que nada más llegar al poder había cambiado las cerraduras del Ayuntamiento para que los ediles del PP no pudiesen seguir con su tarea de destrucción de las evidencias de su red de amaño electoral.
La información destapa un modus operandi, que llevaba años funcionando y probablemente se extendía por toda la región. La mañana en que se publica el asunto, Rajoy acude a hacer un bolo preelectoral al programa de Ana Rosa. La periodista cumple con su deber y le pregunta por el escándalo del esquema de compra de votos en un ayuntamiento popular. Rajoy, más bien irritado, lo despacha así: «Me extraña mucho. Pero les puedo garantizar que el Partido Popular es un partido con firmes principios democráticos, entre los que está y siempre estará la honestidad y la ejemplaridad en la gestión de fondos públicos». Y pelillos a la mar. Aquí no pasa nada.
¿Cómo continuaría la historia? Las televisiones oficialistas dedicarían maratones en directo al escandalazo de la compra de votos del PP. La prensa progresista más sesuda editorializaría sobre tan grave deterioro de nuestra democracia y exigiría responsabilidades al máximo nivel. Podemos y Rufianes arderían en furia justiciera. Sánchez lanzaría una moción de censura, porque no podemos seguir respirando la inmundicia corrupta de un país donde el partido del Gobierno mantiene redes de compra de votos.
Pero lo hizo el PSOE en Andalucía y el que se escaqueó en Ana Rosa fue Sánchez. Así que no pasará nada (salvo que los votantes despierten el 10-N). Si el presidente del Gobierno copia el 20% de su tesis doctoral lo dejamos correr: es del PSOE, seamos comprensivos. Si el presidente del Senado es un plagiario en serie, da igual: es del PSOE. Si anteayer entraron en la cárcel varios exaltos cargos asturianos para cumplir penas de ocho años por corrupción rampante, ni se cuenta, son del PSOE. Si la alcaldesa socialista de Móstoles está a punto de batir el récord Guinness de los enchufes y la pillan, problema de ella, nunca del honrado PSOE.

El PP hizo sus golfadas, cierto. Pero en España la exigencia moral no es la misma con la derecha que con la izquierda, que goza de bula.