jueves, 5 de marzo de 2015

La igualdad de los pitos - Ánxel Vence

La igualdad de los pitos - Ánxel Vence

Ahora que corren tiempos de desigualdad económica cada vez mayor, confortará saber que no ocurre lo mismo en cuestión de penes. Todos los pitos son iguales, según ha descubierto un grupo de investigadores británicos que se ocupó de comparar tamaños en diversos países del mundo. Su conclusión es que el 85 por ciento de los falos sometidos a tan delicada pesquisa están más o menos dentro del promedio de 13,24 centímetros en erección y 9,16 en posición de descanso.
El estudio sobre más de 15.000 vergas publicado en la revista de urología "BJUI" constata la existencia de miembros muy respetables que exceden los 16 centímetros de longitud; pero lo cierto es que apenas suponen un 5 por ciento del total. También son minoría los gusanillos por debajo de los 11 centímetros, que la investigación reduce a poco más de un diez por ciento. Descontados esos pequeños porcentajes, no queda sino concluir que la igualdad reina en los asuntos de entrepierna que a menudo son motivo de exagerada preocupación para los varones.
Disipar tal inquietud fue precisamente el motivo que llevó a los científicos a indagar en esta temática solo en apariencia alejada de los intereses académicos. Lo que los urólogos querían saber es si tiene o no fundamento real el llamado "síndrome del pene pequeño" que angustia -por lo general, sin motivo- a no pocos caballeros, víctimas de esa variante de la hipocondría. El resultado no deja lugar a dudas y acaso ayude a curar las aprensiones de quienes sufren por la sospecha de padecer una minusvalía genital.
Además de eso, es de esperar que la investigación -con sus felices e igualitarios datos- termine de una vez por todas con la murga de las empresas que ofrecen el milagro de la multiplicación del tamaño de los penes en internet. Cualquier poseedor de una dirección de correo electrónico sabrá por experiencia lo pesados que pueden llegar a ser estos feriantes que proponen a los incautos el alargamiento de la verga. Unos prometen dos centímetros de estirón, otros cuatro: y los más audaces llegan a garantizarle al cliente del producto una trompa más grande que la de un senegalés o la del mismísimo Rasputín.
Lo cierto es que el tan mentado estudio ha echado por tierra, entre otros, el mito del africano dotado de tres piernas. Sostienen en efecto los investigadores que no hay apenas diferencia de tamaño entre el aparato de los negros y el de los blancos (o caucásicos, como los llaman en la tele). Del mismo modo que resulta falaz la idea de que los chinos y, en general, los asiáticos, estén peor armados en la bragadura que el resto de la población del mundo.
Cuestión distinta es el caso de Grigori Rasputin, el monje brujo y lascivo que gobernaba sin más poder que el de sus atributos en la corte del zar Nicolás II. El zar ostentaba el cetro, pero el bastón de mando lo llevaba en sus 28,5 centímetros de envergadura genital el mentado Rasputín, cuyo miembro se exhibe -para comprobación de incrédulos- en un museo erótico de San Petersburgo.

Se trata, naturalmente, de una excepción que no hace sino confirmar la regla. Los científicos británicos, raros incluso a la hora de elegir lo que investigan, acaban de dictaminar para consuelo de posibles afligidos que en ciertas materias sobra discutir quién la tiene más larga. Pobres o ricos, guapos o feos, en lo fundamental todos nacemos iguales.