domingo, 27 de diciembre de 2015

Elogio del libertinaje - Fernando Sánchez Dragó

Elogio del libertinaje - Fernando Sánchez Dragó

En Nochevieja cunden los adulterios. Yo siempre los he practicado y consentido. Deberían ser obligatorios. Inclúyase esa asignatura en los planes de estudios. No existe mejor recurso para evitar que el matrimonio derive a martirimonio y se rompa antes de que la muerte separe a los contendientes, digo, contrayentes. Con él, elevado por la Iglesia a sacramento y por el Código Civil a mandamiento, se evitarían muchos divorcios y los hogares dejarían de ser una olla a presión. Algo sabré del asunto, pues he tenido siete vidas conyugales -aunque sólo tres con sello de la autoridad-, y en todas he sido adúltero. Mis mujeres, no lo sé (de algunas, sí), porque nunca les he preguntado de dónde venían cuando volvían a casa. Y si no volvían, tampoco. Chez nous la liberté. Me asombra la mala prensa que tiene tan saludable costumbre. La corrección política la condena como antes lo hacía la Inquisición. Una cosa es la lealtad moral, que predico, y otra la fidelidad sexual, que no practico. Sin el uasabi del adulterio ni la literatura ni el cine habrían sido lo que son. Infinita es mi gratitud a tan estimulante especia. Hacer el amor con una mujer casada es algo que se la levanta a un muerto (y además es menos probable que te meta en líos). Y viceversa, supongo, aunque no sé si para ellas vale también esa copla. Quizá no, pues, digan lo que digan los cocinillas metrosexuales, sólo quieren casarse las mujeres. A los varones nos llevan tirando del ronzal. ¡Qué remedio! Más tiran tetas que puñetas. Yo nunca me metería en una red de adúlteros como la que en septiembre despiojaron, pero erija todo el mundo en su entrepierna una Estatua de la Libertad. ¡Treinta y siete millones de miembros viriles y no viriles militan en Ashley Madison! Todas las culturas refinadas -la griega, la romana, la francesa, la china, la nipona- elevaron a arte de vivir el adulterio. ¡Lástima haber nacido en España, porque de haberlo hecho en Francia mi brillante historial de adúltero podría llevarme al Elíseo! Mitterrand, Chirac, Sarkozy, Hollande... Hubo un presidente que entregó el alma mientras le hacían un francés. Clinton sobrevivió, y eso que lleva tantos by-passes como yo. Si las estadísticas no exageran, el quince por ciento de las personas no son hijas de su padre. ¿A qué viene entonces tanto remilgo? Exíjase en el Registro Civil prueba de paternidad para que los testamentos cuadren, y anchas sean Castilla y el resto del orbe.