lunes, 3 de agosto de 2015

Tontos de verano - Antinio Burgos

Tontos de verano - Antinio Burgos

Como los tintos de verano, bebida espumosita y valdepeñística con nombre de chirigota gaditana, los tontos de verano. Son legión. Como las citadísimas bicicletas, los tontos son para el verano. Un tonto, en verano, se ve venir desde más larga distancia que en invierno. El tonto de verano salta más a la vista que el tonto de entretiempo. Si para el invierno consagré la clasificación entomológica de Tonto con Balcones a la Calle, el de verano es un tonto con los balcones abiertos, para que le entre el fresquito. Sin agotar la nómina, he aquí una primera aproximación al Catálogo de Tontos de Verano, que prometo ampliar en próximas entregas con la colaboración siempre impagable de mis lectores:
El tonto de la botella.- Suele ir en pantalones cortos y chancletas, pero se le reconoce por la botella de agua mineral que siempre lleva en la mano. El tonto de la botella ha oído en los consejos médicos para el verano que hay que hidratarse y lo sigue al pie de la letra. Porque el tonto de la botella no bebe: se hidrata. Existe una versión femenina del tonto de la botella, resultado de la obligatoria paridad: la tonta del botellín. En vez de la botella en la mano lleva el botellín de agua mineral dentro del bolso.
El tonto del bronceador.- Este se ha aprendido perfectamente lo del melanoma y menudo coñazo te pega con el peligro del melanoma cuando te ve extenderte el bronceador normal y corriente que te has comprado. Para el tonto del bronceador, el bronceador de toda la vida no es bronceador: es el protector solar, ¡toma ya! Y la bronca te la pega como uses un protector normalito, de factor 5 o así. Como no sea de factor 30 o factor 50, prepárate para la monserga del melanoma que te va a colocar el tonto del bronceador. Y por el contrario, haz la prueba: dile que usas un Protector Pantalla Total, que seguro que te da un homenaje y hasta te canta «El Veranito», la canción en plan León y Quiroga con música de Georgie Dann y letra del Cortinglés.
El tonto de la hoja de reclamaciones.- El tonto de la hoja de reclamaciones se lo pasa mucho mejor en verano que en invierno. En invierno protesta menos. Pero en el verano está en todo lo suyo. Te lo encuentras en el chiringuito, en la agencia de viajes, en la recepción del hotel, en la oficina de alquiler de coches, siempre dando por saco, formando cola de los otros clientes que esperan, hasta que el tío sale con cara de satisfacción tras exigir sus derechos en la hoja de reclamaciones que ha presentado, y que suele ser de un papel con el mismo uso que el Renova o el Scott.
El tonto del refrescante.- Es un tonto exclusivo que tienen para el verano las agencias de publicidad. Derrochan tanta imaginación (¡por aquí, mira cómo se me ha quedado el dedo!) que todo te lo venden como refrescante: la película más refrescante, el programa de televisión más refrescante, la bebida más refrescante, el viaje más refrescante... La que tenéis que refrescar es vuestra imaginación, so tontos.
El tonto con niños en Inglaterra.- He comprobado para qué mandan los niños a Inglaterra estos tontos. No para que estudien inglés, sino para que el tonto con niños en Inglaterra pueda presumir diciéndote que los ha mandado. La antitítesis del tonto con niños en Inglaterra era mi recordado amigo Eduardo Osborne, que decía: «No, yo no mando a los niños a Inglaterra para que aprendan inglés; los mando para que por lo menos aprendan a hablar bajito como los ingleses...»
Tontos de verano, tontos con suplemento de vista al mar. Y eso que no he hablado del que ayer tuvo su día de gloria: el tonto forofo de José Tomás, al que los toros le suelen importar un ca...tálogo de tontos de verano.

Tontos de verano (II) - Antonio Burgos

COMO la cocina de mercado, son tontos de estación. Tan diversos y abundantes, que el otro día se me quedaron tontos en el tintero, más otros que me catalogan los lectores: El tonto de las sardinas.-Presume de que sólo él conoce dónde ponen las mejores sardinas asadas. Se les ve venir, porque nada más que te ven, te espetan (y nunca mejor dicho lo de espetar, por los espetos): «¿A ti te gustan las sardinas?» Y te otorgan el inmenso favor de sus conocimientos: «Pues yo te voy a llevar ahora mismo a un sitio que es donde ponen las mejores sardinas del mundo.»
El tonto que no pisa la playa.— Los tontos que en pleno litoral tienen a gala no pisar la playa son como Carlos Herrera con la Feria de Sevilla, pero de verdad: «Mira, es que como tenemos un apartamento de primera línea tan bueno, me pongo en la terraza con mi butaquita y con mi cervecita y mis tapitas, y como corre esa brisita marinera tan buena, es mucho mejor que bajar a la playa, sin tanta gente, estás allí en la gloria...»
El tonto del crucero.— Lo malo del tonto del crucero es que te lo explica, escala a escala, puerto a puerto. Y lo peor, que te quiere convertir a su fe naval: «Todavía estás a tiempo de hacer un crucero, los están dado baratísimos; a ti te encantaría, y a Carmen tu mujer, ni te cuento, con lo que le gusta a ella un bufé libre...» No te explica en cambio el horror de las manadas de horteras en camiseta sudada que van en esa especie de Benidorm flotante que son los masificados cruceros. (Hay subespecies del tonto del crucero: el tonto del Caribe, el tonto de los fiordos, el tonto de las islas griegas, etc.)
El tonto jacobeo.— Acaba de hacer el Camino de Santiago y, como el del crucero, va y te lo cuenta. Enterito. Día por día. ¡Las ganas que tienes de que el tío llegue a Santiago y le dé por fin el abrazo al Apóstol, con tanta parada y fonda y tanta confraternización con aquellas chicas de Murcia con las que coincidieron y cuya foto te enseña en el móvil, qué tías más feas! Y por supuesto, el proselitismo: «Tenías que hacer el Camino de Santiago, verías cómo venías nuevo...»
El tonto progre del flamenco.— Desde que a Bibiana Aido la enchufaron en la Agencia del Flamenco, el cante ya no es algo reaccionario de los señoritos, sino lo más progre. El tonto progre del flamenco no se pierde un festival, como el otro con Ava Gadner, para contártelo. Con muy mala cara y grandes ojeras, te dice, como perdonándote la vida: «Te perdiste anoche La Cervezá Flamenca de Villavieja. ¡Hasta las 4 de la mañana estuvimos allí escuchando flamenco puro! Mira, hay un chaval nuevo de Jerez que canta por Camarón y que no veas cómo metió el “Gaudeamus Igitur” por fiesta. Y no veas el final, José Mercé cantando con la Banda La Pamplonica el “Riau,riau” por bulerías. Como que donde esté el flamenco de fusión que se quite el flamenco con sifón...»
El tonto del güinsurf.— No sé si son tontos del güinsurf o locos del Levante. En Tarifa son fauna local, están más protegidos que los linces en Doñana y dejan un dinero en el pueblo. El peligro es el tonto del güinsurf en una playa normal, donde no hace viento ni nada, montando en la orilla su tabla como si fuera un sofá de Ikea y dando por saco luego con sus costalazos con la vela, o tratando de salir jalando de la cuerda y molestando a los bañistas. Y cuando salen, como no hay viento, van a la velocidad más ridícula del mundo, vaya mierda de güinsurf. Más que tabla de güinsurf parece que están haciendo tabla de la plancha.

Tontos de verano (III) - Antonio Burgos

El tonto de Sotogrande.- Cualquier español normal veranea en una playa. Y si quieres concertar con él una cita, te dice: "No, que la semana que viene no puedo, estoy en la playa". Bueno, pues el tonto de Sotogrande te suelta: "No, la semana que viene no puedo, estoy en Sotogrande". Los tontos de la Pijolandia de Sotogrande dicen que van a Sotogrande y que están en Sotogrande para que todos sepamos eso, que son tontos de Sotogrande. 
El tonto del diminutivo.- Descubierto por mi leído y admirado Fernando Santiago no en Sotogrande, sino en Cádiz-Cádiz, tras "El Veranito" con música de Georgie Dann y letra de Isidoro Alvarez el del Cortinglés. El tonto del diminutivo no dice playa, cerveza o baño, sino playita, cervecita, bañito, tintito, terracita, tapita, calamarcitos, siestecita...y veranito. Pero no es tontito de veranito: en sencillamente tonto. Sin diminutivo. --
El tonto de la mountanbáik.- La que monta el tonto de la bicicleta de montaña no es bicicleta de montaña, no: es mountanbáik, que mola más. Bicicleta de montaña con la que se dedica a recorrer los tramos de paseo marítimo más planos del muuuuuuuundo. Eso sí, llevando siempre en el cuadro de la máquina un frasco de bebida isotónica, porque no vea usted lo que cansa ir tirando de una absurda y ridícula bicicleta de montaña por el planísimo paseo marítimo. 
El tonto de la manguera.- Echa el verano en bañador y chanclas, manguera en mano, regando la mierda de jardín que tiene en torno al chalé. Es tan tonto (de la manguera) que no piensa en el facturón de agua que le llegará en septiembre. -
El tonto del cortacésped.- Como el de la manguera, pero dale que te pego a la hierba en la birria de parcela que tiene. Nada, una tontería de césped, que el tonto del cortacésped cree que es la hierba del Bernabeu. -
El tonto de la mochila.- Piensa que vacaciones sin mochila son vacaciones perdidas. Va a todas partes con el mochilón a la espalda, como niño de Primaria en primer día de clase. ¿Qué tonterías llevará en la mochila el tonto de la mochila? Que no suele acabar el verano sin comprobar que llevar los objetos de valor a la espalda, en la mochila, es la forma más efectiva para que te los acabe quitando un carterista. 
El tonto catalán.- Es emigrante o descendiente de emigrantes y suele aparecer por su pueblo en agosto, por la feria, no antes, pues en Cataluña son serios, no como aquí. Suele venir con un coche que pasea por todo el pueblo para que veamos lo bien que le va y se sorprenden que tengamos carreteras asfaltadas, además del agravio que supone que las de allí sean de peaje. Al tonto catalán le toca las narices que los parientes que quedaron aquí vivan mejor que él, cuando donde de verdad se trabaja es en Cataluña y no aquí, que no damos ni golpe. Entra en éxtasis cuando nos explica cómo sus hijos hablan catalán perfectamente y van a conseguir puestazos de trabajo en la Yeneralitat gracias a que los catalanes "pata negra" les perdonarán así la vida, aunque sean charnegos. Cuando el tonto catalán te entrega su tarjeta de visita ves que el muy mamón ha puesto: "Josep Antoni Pérez i García". Ah, y a su coche ya le ha colocado el CAT de la matrícula. El CAT de CAT...eto, claro. 

Y les dejo, que me voy... Iba a decir de veraneo, pero no: en realidad me voy a seguir catalogando tontos de verano. ¿No se van otros de safari a África? Pues yo me voy a los baños, de cacería de tontos de verano. Hasta septiembre, pues, un tonto menos: el tonto del Recuadro.