sábado, 21 de enero de 2017

La política de quedar bien - Fernando Ónega

La política de quedar bien - Fernando Ónega

El Gobierno español está demostrando una interesante habilidad: la de responder con alguna iniciativa a los problemas que se le plantean a la sociedad. Es decir, que hace un hueco en su agenda a aquello que en tiempos de Carrero Blanco se llamaba «la política de las cosas». ¿El precio de la luz se dispara? El ministro de Energía ordena que haya más gas disponible. No resuelve mucho, pero es noticia y muestra una sana inquietud, en la esperanza de que el pueblo la aprecie. ¿Hay que ordenar el follón de la devolución de las cláusulas suelo? Llama a Ciudadanos y al PSOE y les ofrece pactar un decreto-ley, que debe ser el primer decreto pactado en España, que para eso estamos en la legislatura del diálogo, como ayer la volvió a bautizar el portavoz Méndez de Vigo. ¿Se monta un cirio descomunal en las carreteras y en los trenes por la nieve? Como ya les pasó a todos los ministros de Fomento, el actual se ofrece a hablar en todas las emisoras de radio, acude a la rueda de prensa del Consejo de Ministros y pide disculpas a los perjudicados. Esa es la siguiente norma en el libro de estilo del gobierno, sobre todo después de lo del Yak: si algo sale mal, o si algo no lo puedes resolver, pide disculpas al contribuyente; no cuesta nada y quedas como un señor. O una señora.
El Gobierno, pues, ha descubierto el arte de quedar bien. Sobre todo, si esa práctica no afecta a los Presupuestos, que ahí hay que pedir permiso a don Cristóbal Montoro, y don Cristóbal se rige por otros mandamientos que se resumen en dos: gastar poco y no fastidiar el déficit. Pero no crean ustedes que es un arte fácil. Se requiere sensibilidad social, sensores que capten las inquietudes populares, capacidad de comunicación para no caer en la demagogia y no temer el fracaso si el decreto de cláusulas suelo no evita los recursos judiciales o el gas no abarata el recibo de la luz. Lo que se valora es la intención.

El resto lo aporta la oposición. La que podría poner en aprietos, que es la socialista, no está para juegos florales, no sea que a Rajoy se le ocurra convocar elecciones. Y Unidos Podemos está a lo que digan los periódicos. Cuando los periódicos llevan algo a portada, allá van Pablo Iglesias y asociados y convocan al ministro de turno. Ayer mismo era noticia que cinco ministros, cinco, eran forzados a intervenir en el Congreso. Después viene una curiosa pelea entre el ministro que dice que va a petición propia y la oposición que dice que va obligado, pero eso es lo de menos: la siguiente norma del libro de estilo ordena que los ministros comparezcan mucho, porque esas batallas las suele ganar el Gobierno, que tiene todos los datos, y es una oportunidad de salir en televisión. El arte de quedar bien.