viernes, 7 de octubre de 2016

Sin piedad, sin perdón - Raúl del Pozo

Sin piedad, sin perdón - Raúl del Pozo

A pesar de que escribieron que sólo Castilla sabe mandar, pasamos del acento gallego al andaluz, del andaluz al gallego, de la charca a la marisma. Ahora el deje del socialismo será el de Triana con el ritmo de ángeles con cascabeles y pájaros colgados en el aire. Dice la soleá: "Qué bonita está Triana cuando le ponen al puente banderas republicanas". Le han puesto al puente la bandera del PSOE con el puño y la rosa. Mario Jiménez, el fontanero de Susana Mano de Hierro, con estilo seco de De Niro sureño, vuelve a la versión guerrista del centralismo democrático: "El que se mueve no sale en la foto". Con esa consigna y otras habilidades e ingenios, el PSOE lleva 38 años en el poder en el sur de Alemania. Mario, el portavoz de la Gestora, ha declarado que si el Comité Federal del PSOE decidiera la abstención en la investidura de Mariano Rajoy todos los diputados del Congreso, incluido Pedro Sánchez, acatarán la medida. Anda jaleo, ya se acabó el alboroto, ahora empieza el tiroteo y no habrá piedad para los disidentes.
El partido sevillano no se plantea la libertad de voto y Margarita Robles tendrá que decidir entre el gallinero del hemiciclo o el areópago donde se jiñó el gitano. Pero no todo son gestos de ordeno y mando o disciplina bélica de partido. El prudente Javier Fernández, presidente de la Gestora, encargado de entregar el Palacio de San Jerónimo al Palacio de La Moncloa, intentó elaborar un relato, como ahora se dice, para justificar la necesidad de la abstención. El horizonte puede exigirles tomar decisiones dramáticas, ha comentado. ¿Acaso interrumpir la despótica decisión de obstruir un Gobierno democrático es una acción dramática?
Todos los sucesos de estos días prueban la baja calidad de la democracia y la pobreza de su discurso. Hablan de relato o de escenario; es decir, de narración, cuento o fábula, obra de ficción. Hace mucho tiempo que no se escucha algo elevado, extraordinario, digno de ser contado. Sólo los de Podemos hacen una invocación lírica y fervorosa con el "Sí se puede", pero la han copiado de Barack Obama. El presidente de Estados Unidos se va para arriba cuando habla para la Historia: "Éste es el verdadero genio de América, una fe en sueños sencillos".
En la política española no hay sueños, sino números. El debate es gris, repleto de cifras -casi siempre falsas- del paro o del gasto, como si la vida fuera un orden estadístico. No infunden sueños, ni nuevas fronteras, ni largas marchas. Carecen de aquello que aconsejaban los griegos a los políticos: tener la sutileza de los dialécticos, la ciencia de los filósofos, la dicción de los poetas, la voz y los gestos de los actores. El discurso político se ha envilecido con la tecnocracia, la rastrera lucha por los sillones.

No se preocupen, ni la bajeza de los sueños ni los escándalos de mangancia en el juicio de la Gürtel ni las reyertas del fin de semana en Ferraz evitarán que los políticos encuentren gente que se deja trajinar.