viernes, 19 de junio de 2015

Neocalorrismo entre rejas - David Torres

Neocalorrismo entre rejas - David Torres

En Uno de los nuestros, una de las grandes películas de Scorsese, los jefes mafiosos se pasaban el día entero en prisión preparando los espagueti de la cena con una atención al detalle que ríete tú de Masterchef. Uno removía durante horas la salsa de tomate, otro iba laminando el ajo con una cuchilla de afeitar, otro iba hirviendo el agua en la olla, y mientras tanto Paul Sorvino le explicaba a Ray Liotta que hacían falta tres clases de carne para amasar las albóndigas. De hecho, la primera vez que iba a la cárcel, antes de cumplir la mayoría de edad, a Ray Liotta los viejos mafiosos le aplaudían y le atizaban pescozones cariñosos, como si fuese a ingresar en la facultad de ciencias aplicadas. O en Tele5.
Entre rejas siempre ha habido clases, porque la justicia podrá ser ciega pero no gilipollas. A finales de los setenta floreció en España el cine calorro, en el que abundaban los elencos con delincuentes auténticos, rateros, ladronzuelos de coches y navajeros de tres al cuarto. En esa cinematografía límite nunca faltaba la escena carcelaria con su escupidera, su bigote lacio, su póster de gasolinera y su calzoncillo con zurraspa. Poco a poco, apenas el país fue despegándose la costra y la losa, empezaron a proliferar los delincuentes de gomina, pedigrí y cuenta corriente, gentuza que tenía el currículum guardado entre los antecedentes penales y, en medio de éstos, un doctorado honoris causa. El calzoncillo aliñado reapareció en un video justo encima del Director General de la Guardia Civil, sentado en un sofá de cuero junto a varias putas, con la nariz a punto de nieve y avisando al cámara que tuviera cuidado, que nunca se sabe dónde acabarán estrenando la película.
En los últimos tiempos el neocalorrismo se ha extendido por la geografía carcelaria hasta el punto de que ningún partido político puede tomarse en serio a no ser que tenga por lo menos dos docenas de imputados, cincuenta sospechosos y al menos un ex ministro alojado entre barrotes. Aunque siempre estuvo muy mal vista, la delincuencia ha acabado por ponerse de moda, lo mismo que el herpes genital o la barriga cervecera. Hoy en día no eres nadie si no conoces a alguien en el trullo y le mandas un mensaje por el móvil para fardar con los amigos.

Como es lógico, las prisiones deben adecuarse al nivel de vida y estar acondicionadas por si un día van a pasar las vacaciones allí gente de alcurnia: un banquero, una tonadillera, un torero, un tesorero o un presidente de la patronal. La Pantoja ha estado un tiempo en Alcalá de Guadaíra , poniendo en cintura a las funcionarias de prisiones hasta el día en que la soltaron y los fans la estaban esperando para sacarla a hombros. Se rumorea que hasta es posible que Ruiz Mateos vaya unos días a Soto del Real, huyendo del calor veraniego. Si el juicio contra Urdangarín sigue adelante, los arquitectos de prisiones van a tener que incluir pistas de balonmano sol y sombra.