Una madrugada - José Luis Alvite
Dice un viejo cliente del Savoy que el fracaso es el único sitio en el que puedes sentirte seguro. Nadie intenta quitarte el último puesto. Se llama Randy Stockton y se sentía en el cielo tocando fondo. Una madrugada en el club me dijo: «No es nada nuevo. Conozco a muchos tipos con esta filosofía del fracaso como lugar inexpugnable». A veces la gente tiene miedo a sus propias verdades. Desconfía de que la desgracia pueda ser en sí misma un consuelo y necesita escucharlo de alguien con prestigio. Yo se lo escuché una vez a Sinatra. No le iban bien las cosas y cantó un par de noches en el Savoy. Su último día aquí, nos quedamos a solas con el barman. Entonces Frankie se sinceró con la ayuda de cuatro copas en las que no cabía una sola lagrima. Me miró y me dijo: «Lo sé por experiencia. Pasé malos momentos, temí incluso perder la voz. Me iban las cosas como a un gusano de trapo. No quedaba una sola mujer entre mis brazos. Entonces me miré al espejo de un cabaré y me dije: Frankie, muchacho, aquí abajo ya no arriesgas nada, así que hagas lo que hagas, sólo puedes quedarte quieto o subir». Sinatra había tocado fondo y sentado sobre sus heces en un sitio en el que el infierno quedaba al nivel de la calle, me convenció de que «se puede llegar muy alto cuesta abajo». A Randy le gustan los sitios cerrados, esos lugares en los que has caído tan bajo, muchacho, que sacar la cabeza de entre la mierda para respirar te parecería llegar demasiado alto. Me dijo otra madrugada en el club: «Amigo mío, es cómodo haber caído. Se pierden la dignidad y el vértigo, pero también se pierde el miedo a caer. Te abandonaron los tuyos y te queda en los bolsillos el dinero justo para elegir a cara o cruz la sien para un disparo. Estás jodidamente solo, o. k., muchacho, pero es entonces cuando descubres lo hermoso que es el cielo estrellado si lo miras boca abajo en un charco de sangre».