Martes de carnaval - Antonio Lucas
En aquella trilogía, Martes de carnaval, Valle-Inclán dio con el punto justo e inequívoco de lo que vino a ser el esperpento. En el esperpento no está la verdad, sino que ésta reside en sus acotaciones. Miguel Blesa es una acotación de la inmundicia financiera. Y, por tanto, hijo putativo del esperpento local. Un tipo que hizo números desde el imposible matemático, generando uno de las mayores desmadres financieros de la democracia. Un personaje entregado fieramente a la vida loca del hortera. Un estafador cobarde que hoy echa contra los suyos la mierda de las preferentes. Un récord del mal gusto. Un enchufado de Aznar con pase VIP en Génova. Un mentecato. Ahí lo tienen: Miguel Blesa saliendo de los juzgados como uno de esos trincones que, descubierto el pufo, ya no sirven para nada.
En su declaración ante el magistrado Fernando Andreu defendió el bestialismo de la estafa de las preferentes alegando que «un jubilado que cobra su pensión no es un ignorante financiero». Y tiene razón. Hay jubilados que saben bien de números. Pero hay muchos más que no saben. Esos son los trincados, junto a niños, analfabetos y discapacitados intelectuales. ¿Tampoco éstos son ignorantes financieros?
Valle es el Víctor Hugo español de la vanguardia (Umbral). No confundió la literatura con acostarse tarde y trazó un escrache de divinas palabras contra una realidad pringosa. Supo pronto que una sociedad acobardada y un periodismo frágil no pueden competir con la verdad. Y eso beneficia a tipos como Blesa, un escopetero con jeta de chulillo venido de fuera.
En este país casi todo transcurre como esperpento. Es normal en terruños donde el quietismo es hoja de ruta. La estampa de Blesa, el babilónico Rato, los políticos de turno y los sindicatos sentados a la mesa del consejo de administración de Caja Madrid es un cuadro muy completo, un Entierro del Conde Orgaz de tramperos. Gentes con gesto de despotismo y mal gusto beneficiados hoy de ese crimen social que es el olvido. Más esperpento. Ahora queda la duda metódica de pensar si la polaroid de la santísima recuperación, esa cara de Bélmez del 2014, incluye al señor Blesa (señor en funciones) en un Mercedes chiquito a la puerta del juzgado. O si alguien tendrá los huevos necesarios (jueces y demás) de meterle mano. Este tipo se lo ha montado muy bien con el apaño y el embuste, laminando los ahorros honestos de gente honesta con ese gesto de asco que tú bordaste en rojo ayer. Lo dicho: el esperpento.