Periodismo - José Luis Alvite
Para un tipo como yo el día empieza nada más anochecer. Es entonces cuando se abren las flores de la morgue. Me dijo de madrugada una fulana: "De día te enamoras, pero de noche, amigo, de noche aprendes posturas". Cuando yo empezaba en esto quise citar a un matón para una entrevista. Le propuse a la seis de la tarde. Entonces aquel tipo me miró un segundo y me dijo: "Joder amigo, a la seis de la tarde me partes la mañana". A veces es noche a media mañana. Hay tipos muy ricos para los que es noche desde la infancia. Lo sé por el hijo de un importante editor de prensa. Fue él quien me dijo no hace mucho: "Desde mi infancia recuerdo que mi padre sólo me abrazó una vez. Es el peor recuerdo de mi niñez. Mi padre salía de viaje y me abrazó con una maleta en cada mano". El periodismo es algo que incluso puede ser hermoso. Dicen que es muy sacrificado, duro, competitivo y mal pagado. Es probable. Pero es más duro ser niño en Somalia. Además, ahora el periodismo se ha convertido en un trabajo como de gestoría. En las redacciones de los periódicos ya no se juega al póker ni se prende un cigarrillo con la colilla del otro. Ya casi nadie fuma en los periódicos. A veces me quedo mirando a los compañeros de la redacción y creo que resulta más apasionante, más sórdido y más vivo el ambiente en cualquier servicio de diálisis. ¿Dios santo! Muchos de mis compañeros han cogido el vicio de no fumar. Tampoco hay periodistas de madrugada en las calles. Se vive de la nota oficial de la policía, del parte médico o de lo que te contó el peluquero, que es el último periodista de verdad. No animo a nadie a ser periodista. La gente es libre de elegir sus propios vicios y sus fracasos. En realidad el periodismo no es lo que era. Se ha llenado de hipocresía y vanidad. Ya no es como yo lo entendí. Pienso a menudo sobre ello y llego siempre a la conclusión de que el periodismo ha dejado de ser la disculpa más hermosa para volver tarde a casa.