Noticias del maestro Alvite - Nacho Mirás Fole
Qué alegría llegar al servicio de oncohematología del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela y encontrarme con mi amigo y maestro José Luis Alvite, compañero de letras y de cáncer, autor de la frase que encabeza este blog desde hace muchos años. Ya dije en su momento que, por no tener, ni siquiera tengo la categoría de sus enfermedades, aunque lo que la oncología ha unido no lo separa ni Dios. Pero encontrarme a Alvite en la antesala del oncólogo, los dos de una pieza, enteros y verticales, ha sido uno de los mejores momentos de estas cinco semanas de tratamiento. La conversación fue más o menos así.
Yo-¡Alvite, hostiaaaa!
Al: ¡Nachiño! (Abrazo de oso)
Yo: Qué alegría verte, tanto tiempo sin saber nada de ti.
Al: -He estado muy mal. Ni siquiera he sentido ganas de escribir ni de hablar por teléfono. Y escribir un día para no hacerlo después… no sé, me parece una estafa. Han tenido que cambiarme la quimio. La que me metían me estaba dejando la sangre como la de Urdangarín: del montón.
Yo: Mucha gente me pregunta por ti, muchísima. Si quieres digo que me he encontrado con un hermano tuyo y que me ha dicho que estás mejor.
Al: No hace falta, diles que estoy mejor, que me has visto.
Qué momentazo. Los que lo conocéis sabéis que Alvite habla como escribe, desde las tripas, como hace Mari Carmen con doña Rogelia pero sin pañoleta. Por eso, cuando se fue un momento a las salas de tratamiento a que le quitaran una cañería y regresó a la recepción en busca de su mujer me preguntó: ¿Has visto por ahí a mi viuda?
-¡Está llorándote en el baño!
Si todo va bien nos veremos pronto en un decorado más nutritivo y menos terapéutico. Sirva solo esta introducción de mensaje de alivio autorizado y oficial a los miles de seguidores de José Luis; lo he visto con vuestros propios ojos. Alvite, el tipo que ha escrito renglones sabios como ese que dice que el amor “es algo complejo que empieza cuando conoces a alguien cuyo cuerpo parece que llevase años preguntando por el tuyo”. Dios con gafas. Nos volvimos a abrazar pero sin extendernos, temerosos de que por la megafonía empezase a sonar El vals de las mariposas tocado por la Banda Municipal.
De nuevo he vuelto a pasar los análisis del martes con nota. Así que completada línea, seguimos para bingo. El 28 de febrero dejamos la churrería, paramos tres semanas y después volvemos con la química ampliada y en ciclos: 5 días de drogas, 23 de descanso. El Vaquillla hacía al revés, pero no le fue bien; nunca se le dieron bien las cuentas.
Después de la sesión de fotones de hoy, con el maestro Jesús a la sartén, Montse ha sido la enfermera encargada de restaurarme la oreja derecha con esa masilla sódica de ácido hialurónico que es el Jaloplast Gel. “A la que salga el sol -me recomendó- te pones crema factor cincuenta”. Te haré caso.
Como la mañana se ha alargado y no me ha dado tiempo a comer en Fonseca, que es lo habitual, he acabado en un restaurante de categoría internacional que tiene sucursales en todo el mundo: El Burger King de A Senra. Los neurocirujanos Prieto y Allut se llevaron también en su palangana, rencorosos ellos, el recuerdo olfativo del Whopper. ¿Y sabéis que no me ha disgustado nada redescubrirlo? Yo soy más del Churras-King, pero para entretener al hambre…
Sigo saludando a nuevos viejos amigos. Y me encanta hacerlo, así que por mi parte que no quede. Creo que nos vamos cargando las baterías los unos a los otros y siempre salgo del hospital con más corriente de la que entré. Gracias.
El depósito de la energía lo acabé de llenar por la tarde en casa de Benedicto García, que ya es un poco como la mía; a veces hasta confundo a sus nietos con mis propios hijos. Y no sé si fue la radiactividad o qué, el caso es que acabé tocando la gaita electrónica y cantando a dúo con Uxía en un sofá de piel verde. El cáncer tocaba la pandereta, el muy cabrón. Y no lo hacía mal. No, si cuando digo que tengo quizás el tratamiento oncológico más entretenido de España tampoco creáis que exagero…
“Uxía Senlle y un atrevido
El miércoles me adelantan la fritura a las diez menos diez. Y después, como cada semana, a recorrer media ciudad con la mierda del parte de baja. Un día me rebelo y no voy, veréis. Y que emita la Seguridad Social una orden de busca y captura, que la incluiré en la versión encuadernada de mis obras sanitarias completas. Burrocracia española y de la JONS.
Los minutos musicales de esta noche son para mi amigo, mi maestro, mi Alvite. Ismael Serrano le compuso una canción y yo sigo suspirando siquiera por un bache dedicado. Ojo a la letra, porque aunque canta Serrano, el que habla es José Luis. Hay gente que nace en sábanas de seda y otros, qué quieres, nacen para ser trapos. Buenas noches desde la trastienda del Savoy. Y recordad: “El amor eterno es aquel cuyo fracaso se recuerda siempre” (José Luis Alvite). No olviden supervitaminarse y mineralizarse.