Lévame, Moraima - Nacho Mirás Fole
He visto gente sana caminar mucho menos que lo que he andado hoy yo enfermo. Salió el sol y la avenida de Castelao de Vigo parecía una manifestación que iba dejando a su paso un rastro de escamas y moho. Me he pasado de los veinte kilómetros y le he gastado las aceras a Abel Caballero, que si se entera de que vivo en Santiago igual me lo hace pagar. Es broma, alcalde, que yo nací en el Xeral y me asiste el derecho de usufructo. He visto Vigo con otros ojos, pero ahora estoy derrengado. Si no me saco al cáncer de encima con tanto paseo, al menos lo cansaré. Igual se aburre y se pira a la cabeza de alguien que lo sepa valorar. Hoy ha tenido suerte, que lo he puesto mirando al mar con las Islas Cíes al fondo. Me voy a la cama pero saludo, que sé que hay quien se preocupa si no encuentra novedades. Mañana, si eso, ya os cuento la carta de mi primo Carlos Mirás (por delante y por detrás), trabajador del Hospital del Meixoeiro, explicándome cómo de pequeño le diagnosticaron un ojo vago, no lo trató a tiempo y acabó extendiéndosele por todo el cuerpo, por eso ahora, como dice, está hecho “un vago de carallo”. Eso es metástasis y lo demás son hostias, Carliños. Nostalgia, familia, buena compañía… ha habido de todo este sábado y este domingo. Acabo de meterme media farmacia y me voy a dormir la mona de la quimio como el yonki de la Temozolomida que soy. Empieza la quinta semana de física y química. Ahora, antes de que os acostéis, le dais al play del vídeo, escucháis a Ana Belén cantando sobre la música de Milladoiro y seguro que mañana os levantáis con otra cara. Os pongo la letra en gallego y en castellano. La dedicatoria la envío por telepatía a través de la antena de titanio que llevo atornillada en la cabeza. Si te llega ya me lo harás saber. Lévame, Moraima. Mañana más.