jueves, 2 de enero de 2014

Paloma en vuelo - José Luis Alvite

Paloma en vuelo - José Luis Alvite

Me dijo de madrugada un tipo en el 'Savoy': "¡Qué extraña cosa es el éxito! Me iban bien el cuerpo y los asuntos. Todo ocurrió muy rápido. Triunfas y te envaneces. Así son las cosas, amigo un día levanté los pies del suelo para volar alto. ¡Joder, Al, muchacho!, cuando quise volver y apoyarme, ya no estaba el suelo. Creía haber sido feliz. Fue un error. De regreso a la nada, descubres que la vida sólo es el tiempo que tardas en morir". Se llamaba Winnie Loman y al final de sus días, una mano en cada bolsillo era todo el efectivo que llevaba encima. ¡Pobre Winnie! Le costó aceptar la nueva y terrible realidad. Vivía en los alrededores de las afueras de la ciudad y cuando le falló definitivamente la salud mental, el psiquíatra le recomendó un sastre en Queens que cosía las americanas con los bolsillos en la espalda. La última noche que le vimos por el 'Savoy', le dijo al jefe: "¿Sabes, Ernie, muchacho?, nada, nisiquiera la eternidad, dura eternamente. En los mejores momentos de mi vida me sentía tan fuerte, tan eterno, que llegué a creer que alguien como yo sólo podría morir de un subidón de salud. Eso crees, amigo, pero estás equivocado. Tarde o temprano descubres que estás tan débil que te costaría sostener una paloma en vuelo. Hace días me reencontré con un amigo de la infancia, de cuando en Brooklyn las esquinas estaban sin doblar. También estaba de regreso del éxito y nada más tocar las estribaciones del puto suelo, se le descubrió un cáncer. Esa mañana que me crucé con él, me dijo que le quedaban dos docenas de pasos en cada pie. En su rostro se demacraba la trágica albañilería de la posteridad ¿sabes?, y mi viejo amigo de cuando en Brooklyn aún nadie había doblado las esquinas, me juró que estaba tan débil que se cortaba el pelo para tenerse en pie". Lo último que supe de Winnie Loman fue que falleció en el 74. Un amigo común que se había cruzado con él días antes de morir, me dijo de madrugada en el 'Savoy' que al pobre Winnie le quedaba en los pulmones el aire justo para expirar.