Rostro de caza - José Luis Alvite
Paso una mala racha. Me encuentro tan cansado, maldita sea, que creo que tendrían que llevarme a enterrar en una silla de ruedas. Nunca abrigué grandes esperanzas, es cierto, pero a veces me dio por soñar. Aspiraba a dejar huella con mi letra y ahora me encuentro con que mis obras completas las escribió Marcel Proust. Estoy terriblemente extenuado. Duermo poco y no fijo la atención en nada. Cada vez que pienso en una mujer, recuerdo a otra. Cuando descanso mal y sudo en cama, al mirarme por la mañana en el espejo mi pelo parece flora intestinal. Estoy destemplado. Algo se me está rompiendo para siempre. En la ducha lo único que consigo es cambiar de sudor. Mis dientes convierten en lodo el dentífrico. Ahora mismo creo que sólo podría distinguir un mal sabor de boca de otro mal sabor de boca. ¡Dios Santo!,con mis facciones podría confesar la crucifixión de Cristo ¡Joder!, de niño escribí un discurso para recoger el Oscar por 'Matar a un ruiseñor' y ahora resulta que mi lado bueno para las fotos es la nuca. Juraría que en un sitio con poca luz, mis hijos me darían limosna. Había soñado un largo viaje hacia alguna clase de gloria y con el tiempo descubrí que en realidad un día sales del cine por la puerta que da al cementerio. Anoche mismo en el 'Savoy' me dijo Ernie: "La vida pasa factura y tus rasgos se vuelven secuelas. Un día descubres que tu rostro es caza y que sólo se fijaría en ti un perro de perdices. Diste pedales todos estos años, sí, muchacho, diste pedales, maldita sea, y creíste haber dejado atrás el horizonte. Luego te haces mayor y comprendes que por mucho que hayas corrido en tu puta vida, estarás debajo cuando te desplomes". Y añadió: "No sé si conociste a Joe Dangio. Nunca vi una mirada tan hermosa como la suya. Tenía una libélula azul en cada ojo. Pero un día le prendió un glaucoma en la llamarada de sus portentosos ojos azules. ¿Sabes, Al? Joe Dangio murió ladrando como un perro. No quería nada ni a nadie. Sólo deseaba llorar morfina".