El astronauta - José Luis Alvite
De una carta remitida al 'Savoy' por un viejo amigo del club: "Mi madre era una mujer muy desdichada. No tuvo suerte en la vida. No recuerdo haberla visto sonreír. Su expresión más agradable la conservo en una foto que le hicieron durante una embolia. La pobre sudaba tanto al trabajar que se quedaba sin líquidos en el cuerpo. Una noche tenía la boca tan seca que la vi beber agua para pasarla saliva. Orinaba una mezcla de mica y pan rallado. Mi padre la maltrataba. Y la amenazaba de muerte. Recuerdo sus voces cuando la insultaba. Muchas madrugadas dijo que la mataría. Siempre supe que las amenazas de mi padre iban en serio. Lo supe, muchacho, porque aparte de la cama, los muebles más grandes de la habitación eran un pico y una pala. Casi todas las noches había bronca en casa. A veces mi padre gritaba tanto que el televisor cambiaba de cadena. Hay cosas que incluso a mí me parece que fueron un sueño. Y no lo fueron, os juro que no lo fueron. No fue un sueño que teníamos en casa una perra que metía la cabeza en el suelo cuando había bronca. No fue un sueño, maldita sea, tampoco fue un sueño que la perra quedó preñada comiendo los vómitos de mi padre. Y no fue un sueño, ¡joder!, sé que no fue un sueño lo del 74. Aquella madrugada del 74 mi padre gritó tanto maldita sea, que la perra tuvo gatitos. ¿Sabéis, amigos míos? Mi padre calentaba la cena sentándose en ella. Después, el sórdido patio de luces de su cuerpo tiraba como la chimenea de un crematorio y aquel hijo de perra olía igual por la boca que por el trasero. El caso es que lo matamos en el 74. Sus voces se mezclaron con los ladridos de la perra. Con las cuchilladas que le dimos, mi padre sangró como si pariese cerditos. Enterramos su cadáver en el pozo de la huerta. Estaba tan hinchado que parecía que fuese a salir volando del agua como un astronauta de la Nasa. Seguro que se trata de mi conciencia, pero a veces, maldita sea, tengo la sensación de que en verano la sequía hace ladrar con el agua los gritos de mi padre".