Morfina - José Luis Alvite
Recuerdo que era tarde. Caía sobre la ciudad la suave lluvia invidente. Apenas se veía al pianista en el plateresco ajuar del humo. En los pies de las parejas atrasaba el cansancio al bailar. Y allí estaba ella, sentada al fondo de la barra, sublime y asqueada, como si fuese a vomitar la vesícula de un joyero. Se escuchaba como una habanera el enfisema del jefe. Ernie y yo miramos a la mujer del fondo de la barra. Sólo una hora antes, aquel hada era diez años más joven. Pero incluso en aquel instante, tan tarde en el 'Savoy', Stella Steiner aparentaba tener una hija nueve años mayor que ella. Apenas nos dijimos cuatro cosas pero sigo fascinado por ella. Era una mujer distinta. No tenía esa belleza genérica que recuerdas haber visto entre la pedrea de la multitud. Su rostro resultaba de una perfección ecuánime y simétrica: Jamás había visto nada igual. Por el rostro de Stella Steiner se derramaba 'ex aequo' la belleza. Y estaba ausente, distraída, como si estuviese a sus espaldas. Entonces Larry soltó sobre el piano, como una paloma herida, la balada de mis mejores tiempos. Y en el rostro de Stella recapacitó la vida. Y me pareció que volvía en sí discretamente, como si acabase de darse alcance.Emociona ver a una mujer como ella. No sabes si aplaudir o llorar. Sabes que está allí, al fondo de la barra, pero resulta inalcanzable. Como un sueño. ¡Dios Santo!, pensé que haber visto a una mujer como ella era tan irreal y tan cierto a la vez, como si la hubieses visto mientras llorabas morfina. No me preguntéis cómo ocurrió. Sólo sé que aquella noche en el 'Savoy' ella era el único árbol que faltaba en la taiga del baile. Y recuerdo que salí con ella a la pista. Y que la tuve entre mis brazos. Era muy tarde, muchacho, y la lluvia ciega de la ciudad masticaba en los ojos de los muertos. No me preguntéis cómo fue aquello. Sólo sé que bailamos. Y que aquella madrugada en el 'Savoy', fue como si mis pies hubiesen firmado un verso en una paloma en vuelo.