Un cazatalentos y un belén con portera - José Luis Alvite
Para triunfar en la vida puedes probar suerte con una buena formación académica o cultural, arrimarte a una señora con fincas, hacer un butrón enla sucursal de Banesto o vendiéndole a la televisión por entregas el linchamiento de tus hijos haciéndoles comer con la tabla de multiplicar todos los deberes del colegio. Hay tipos que para asegurarse el futuro,coquetean en oncología con la señora en cuya escuálida geometría puso descaradamente sus ojos la muerte, como hay mujeres que a los hombres lo que les ríen no son sus ocurrencias, sino sus propiedades. Puede ocurrir que la vida se ponga de tu parte sin haber hecho el menor esfuerzo. A mi amiga P. no le iban bien las cosas. Su padre había fallecido, su madre estaba encamada por una enfermedad de la que sólo podría salir embalsamada y la juventud se le escapaba irremediablemente a razón de dos años por cada mes vivido. Probó sin suerte en algunas oposiciones, resistió estoicamente el descarte en dos docenas de trabajos, los que la encontraron demasiado mayor para ser tan vieja y en su mejor racha buscando empleo, rechazó uno en el que pedían "hombre maduro, con coche propio y notable capacidad de liderazgo y sufrimiento", justo la plaza que habría ganado Capone con los ojos cerrados. Entonces pensó qué rumbo darle a su vida. Estaba desesperada. La edad se le echaba encima y a la tercera semana sin depilarse, su rostro era un chucho. La salvación empezó una mañana con tiempo para leer de prestado la prensa en un café. El anuncio, a la medida de una mujer en sus circunstancias: "Se necesitan señoritas de compañía para trabajo confidencial. No necesario inglés, sólo francés y, esporádicamente, griego. Interesadas presentarse al casting con látigo y oraldine". Naturalmente, no se trataba de una oferta para trabajar de animadora cultural en la boite del Vaticano pero como estaban las cosas, valía la pena arriesgar. Mi amiga P. se enfrascó en su nuevo trabajo. A su madre le dijo que le había salido un empleo como degustadora, "pasándole la lengua a los productos de una franquicia del sector de alimentación". En semana y media, mi amiga se había bebido cinco litros de desinfectante para aclarar la voz y evitar perforaciones. Con una cantidad parecida, mi amigo C. acostumbraba a baldear su taller de escayolista. El caso es que P. se levantó inesperadamente en plena caída hacia el abismo, cuando estaba a punto de mear yeso. Me dijo: "Hice bien mi trabajo, eso es todo. A Troy Donahue un director de cine le descubrió el rostro tomando el sol en Malibú. Lo mío ocurrió más cerca. Una noche de jarana, un cazatalentos se fijo en mi pubis. Desde entonces, cielo, mi útero es un belén con portera".