Putas per cápita - David Torres
Hay que cuadrar cuentas como sea y para eso la estadística no falla. El Tribunal de Cuentas europeo ha decidido que, ya que la Unión Europea no es más que una inmensa casa de putas, los gastos en drogas y prostitución deben contabilizarse en el P.I.B. del país. Las siglas P.I.B. (antes “producto interior bruto”; ahora “polvos invertidos bien”) nunca habían sido tan transparentes como ahora, cuando la autoridad competente calcule los chutes que les corresponden a cada español y los casquetes per cápita. Interior es que va por la nariz o por vía intravenosa y bruto, pues eso mismo.
Algunos españoles, pobres y poco patriotas, seguro que descuadran la estadística pero, por suerte, para eso tenemos una clase política concienciada que va a esnifar por catorce y a cerrar burdeles de carretera hasta que se les fundan los neones. Cada ministerio, cada secretariado, cada ayuntamiento y cada delegación provincial propondrán unos objetivos mínimos, un presupuesto anual en farlopa, viagra, condones y mamadas hasta que saquemos adelante el país. La verdad es que ya llevan décadas trabajando en ello.
Esto de incluir en el P.I.B. del país los gastos en vicios ilegales es una bombilla que sólo se le puede encender a un comisario europeo meditando por el barrio rojo de Amsterdam a las once de la noche. Es una ocurrencia tan genial que uno se pregunta cómo no se les había ocurrido antes. O mejor dicho: en qué coño estaban pensando. Lo cierto es que un reguero de polvos blancos sobre carne fresca en lencería fina espolea mucho el ánimo viril, como bien saben los poetas románticos, los músicos malditos y los narcotraficantes colombianos. Es la misma medida que se le ocurrió al tío Pelambres, ilustre borracho del barrio de Tetúan que paseaba su sabiduría de barra en barra: “Hay que follar por la patria, Carmelo. Ponme otro coñac”. El tío Pelambres era un visionario que profetizó que cualquier día a las fulanas les iban a cascar el IVA igual que a los camellos de esquina les iban a endiñar un ticket de la hora. Es una lástima que se adelantara tanto a su época porque hoy día tendría una oficina en el ministerio de Hacienda, un renglón en el B.O.E. y un despacho en Bruselas.
Se calcula que, con este empujón matemático, España no sólo puede sanear el déficit y saldar la acojonante deuda de la banca, sino colocarse en cabeza de la economía mundial. Concretamente, entre la campanilla y las fosas nasales. Y si en la corrección estadística se incluyeran también los millones de Bárcenas, el dinero negro del Gürtel, las cuentas suizas del PP, los eres andaluces, los áticos que nadie sabe cómo han sido, los coches oficiales y los no oficiales que crecen en algunos garajes como matojos, fácilmente podríamos salirnos de la tabla y dedicarnos en exclusiva al opio y a las saunas.
Por desgracia, el problema de sacar a flote la economía sumergida es que luego la puñetera no flota, es decir, que no desgrava, por mucho que folles fuera de casa e incluso aunque te pongas condón. Más de un escritor ha intentado colar en la declaración de Hacienda, en el apartado de gastos, el whisky y los habanos que pasaron religiosamente por caja y que tanto ayudan a la inspiración, y al final no colaron. Así no hay manera de levantar el P.I.B., y mira que los profesionales de la economía lo intentan.