Una historia sobre "perro de leña" - José Luis Alvite
Jose Luis Rey-alvite 04 de junio de 2010
Querida Ana: Te he dedicado mi columna de mañana en La Razón. Espero que no te moleste Un beso.
Jose Luis Rey-alvite 06 de junio de 2010
Como no me consta que hayas leído el texto dedicado a ti en mi columna de La Razón, me preocupa la posibilidad de que te encuentres indispuesta. Sabes que todo lo que te concierte me interesa, de modo que necesito saber con urgencia algo de ti. Un beso. José Luís Alvite
Ana Serrano 07 de junio de 2010
No, ya no es que me emocione, es que estoy a lágrima viva. Te preocupa que me pase algo. Y, en ese precioso artículo (en el último y lírico párrafo es donde me he puesto a llorar), dices que "Ana Serrano nunca sabrá lo importante que ha sido y sigue siendo para mí." Y que "yo sé que jamás pierde de vista mis huellas y está pendiente de que mis pasos no pierdan el rumbo si por lo que sea les vence de repente el sueño." Jamás las perderé de vista y voy pisando sobre ellas. No quiero que tus pasos pierdan el rumbo por tremendo egoísmo. Hace ocho años que te leo, que un dulce gallego pequeñito, que hacía segundo de periodismo y que entraba en mi foro, colgó un artículo tuyo y me dijo que me fijara porque eras el mejor escritor vivo. Y me fijé y me deslumbré, pero es que, además, desde ese día, el que no sabe lo importante que ha sido para mí eres tú.
Yo me estaba, literalmente, muriendo. Llevaba dos años de terapia que solo sirvió para que no saltara hacia esa acera que, desde un sexto piso, a veces, puede resultar tan atractiva, pero me estaba muriendo y, de pronto, además de la belleza de lo que escribías, de lo que decías y de cómo lo decías (jamás nadie ha dicho nada de modo tan hermoso como dices tú hasta lo cotidiano), sentí esa cosa extraña de que, a seiscientos kilómetros alguien, a quien jamás había visto, una voz que no era mía y que venía de otros sentimientos y desde otro lugar, hablaba dentro de mí y por mí. Y que, desde un intenso dolor, se podía escribir y se podía vivir. No sé quién de los dos tiene esa deuda afectiva que dices, pero seguiré pisando sobre tus huellas porque el camino es mucho más fácil así y cenaremos con velas y con bruma, en tu tierra, que fue mía tres años o en la mía o, como ha escrito tu sobrino en mi foro: "Querida Anacrusa, creo que hoy cenas en el Savoy de la Razón con Alvite...", pues eso, en el Savoy de La Razón.