A Maribel Garcíagil - José Luis Alvite
Circula por ahí la idea de que soy un tipo huraño, evasivo, difíicil de tratar, alguien que raras veces se compromete si no es con la intención de ganar tiempo antes de salir huyendo. Me casé dos veces y hubo momentos de mi vida en los que no estaba seguro de cual sería el buzón de la ciudad en el que menos daño hiciese mi nombre. Me he perdido muchas cosas por el camino hasta llegar aquí y encontrarme con vosotras. Ayer al acabar un cigarrillo le eché un vistazo al video de Maribel y enseguida prendí otro pitillo porque sin el humo en los ojos no sabría a qué diablos echarle la culpa por haber llorado. Pensé entonces que todos los errores de mi vida al final han desembocado en el inesperado encuentro con un gupo de mujeres en cuyos corazones me siento como en casa. Supongo que seguirá circulando por ahi la idea de que solo soy un tipo áspero y desencantado que necesita el remordimeinto y el dolor para escribir. Puede que algo de eso sea cierto, pero, ¡demonios!, después de conoceros a vosotras me va a ser difícil seguir el camino sin detenerme y pensar que un hombre, cualquier hombre, incluso alguien como yo, tiene en su mano la posibilidad de desandar la calle y volver a casa, a vuestro lado, antes de que en la gramola muera la música y en la mesa haya enfriado el café. Gracias a todas vosotras. Sé que no soy el mejor hombre del mundo, pero puedo aseguraros que os devolvería el tacto a las manos con la piel de las mias. Un abrazo de vuestro amigo. José Luis Alvite