La ratonera - Raúl del Pozo
Los antisistema de Ginsberg fueron devorados por la verga y la trementina. «Se arrastraban por las calles de los negros en busca de un pinchazo, follaban en la hierba de los parques públicos o en los cementerios, cruzaban las noches hambrientos en busca de sexo o drogas».
Ahora, los del rock duro, los del folk rock, los de la canción protesta se han duchado y se hacen millonarios con la denuncia y el sadismo. Insultan con música en voz muy alta, como los que ignoran la duda para conectar con la ira de la calle. Sólo insultan sin cobrar los oblicuos lobos de la Red, y no todos.
«No sé cómo duermes por la noches, estúpido farsante, si mientes más que hablas», le dice Amaral a los políticos en su nuevo tema, titulado Ratonera. No han reflexionado en que en un escenario sin políticos el plató sería ocupado por abogados del Estado, tecnócratas de negro, banqueros desalmados o quizás marcianos. Dar caña, ser docto en pullas, usar pluma de buitre es muy rentable y, normalmente, útil.
De la execración no se salva nadie y menos que nadie los periodistas, como declara Sergio Martín, nueva estrella de televisión, director de 24 horas.
Amaral, en el nuevo vídeo-panfleto, saca a Rubalcaba descalabrado. Ya le dieron un corte al dirigente del PSOE cuando éste los citó en un mitin diciendo aquello de «sin ti no soy nada». Le contestaron: «No me toques los huevos». Ahora lo sacan en la careta del disco con un ojo morado.
En las viñetas de Alberto González, aparecen magullados y descangayados Rajoy, ZP, Gallardón, Bono , Rosa Díez y otros. Yodo con gasas en la cara, como víctimas de la violencia machista. Artur Mas sale como un sin techo; Aznar, como un sin papeles; Felipe González, como una acordeonista clochard. El insulto es la síntesis del pensamiento español. Dicen que no hay lisonja sin puñalada, pero en el otro extremo hay pocos insultos apoyados en pruebas y los políticos que son víctimas incitan a comer infamias.
Francesc Homs ha declarado que Rajoy se comportó en el debate como si los catalanes fueran el servicio y el presidente, el señorito. A este paso, necesitarán escamots y nosotros, antidisturbios. Homs, hombre inteligente, ha recaído en el tópico del señorito centralista, de cortijo o de casino. Resumió la tarde como una bofetada a Cataluña. Sólo le faltó decir que Rajoy toma el arroz del señorito, sin huesos y sin espinas, que no inventó un gallego ni un madrileño, sino el barcelonés Parellada.
Los jefes de la insurrección se han quedado en Prat de la Riba y yo espero que un día llegaremos a una sociedad avanzada, donde la demagogia sea delito.