miércoles, 24 de agosto de 2022

Depresión - Manuel Marín

 Depresión - Manuel Marín

Hoy la enfermedad mental ajena duele como una estaca en el pecho porque es el amor lo que se marcha con desgana y Nunca hice el menor esfuerzo por entrar en la cabeza de un depresivo. Siempre achaqué, no sé, un trastorno bipolar a la influencia de algún guion de cine, a cosas de películas que nunca suceden cerca de ti, y que incluso tienen un punto de fingimiento y autocomplacencia en la propia enfermedad. Como tú no has sido diagnosticado, y además la depresión no forma parte de tus esquemas vitales porque disfrutas de tu trabajo, porque tu vida familiar es compleja pero siempre aceptable, porque los problemas surgen y se resuelven, porque de un modo u otro tiendes hacia el máximo grado de felicidad posible, y porque la tolerancia a las frustraciones y decepciones funciona mal que bien…, como todo eso ocurre en ti, reprochas al otro, al enfermo, que exagere de forma sobreactuada, que se regodee en su drama, y que se aísle apresado por su propia mentirijilla porque antes o después se cansará de ella.

Y le achacas victimismo para ser el centro de atención, como si en lugar de ser rehén de ese trastorno, viviese satisfecho, perdido en su particular síndrome de Estocolmo, secuestrado por su propia desgracia, y sometido a un deseo voluntario de sentirse depresivo solo porque sí. En mi imaginario, el depresivo siempre lo fue en tanto en cuanto no hace el suficiente esfuerzo mental, personal y emocional para escapar de su laberinto. Otra vez, y van muchas, me equivoco. En realidad es mi depósito de empatía el que está averiado, y no el complejo mapa neurológico de quien se aloja en sí mismo, ya sin vivir en otros, porque su distancia mental de lo que ocurre a su alrededor le insensibiliza tanto que se convierte en insalvable.

Ahora, con la depresión golpeándote tan de cerca, con los deseos de tu propio entorno de morir incluso como válvula de escape, como remedio final porque ya no late el pulso vital que reanime ni un resquicio de la conciencia, me arrepiento de haber contemplado siempre al depresivo, al ansioso o al compulsivo como a un cuentista que solo se daba un respiro de la vida. Como si fuera irrelevante y dos o tres pastillas fuesen a reparar cualquier engranaje mental en dos meses. No era eso. Hoy la enfermedad mental ajena, que siempre juzgué injustamente y con la soberbia de quien se siente 'normal', duele como una estaca en el pecho porque es el amor lo que se marcha con desgana y sin despedirse.

La depresión no solo corta el vínculo que te une a la rutina de una vida mecanizada que pierdes mientras arrastras los pies en el día a día y deja de importarte todo. No. En realidad la depresión mata el amor, mata el regusto de la euforia cuando la alegría te inflama, y mata hasta el dolor cuando alguien se te marcha con la aorta destrozada sin siquiera despedirse… y casi te da igual porque alguien a tu lado también está en lista de espera, muerto en vida. Desde ahora comprenderé lo que siempre minimicé. Por salud mental.

lunes, 15 de agosto de 2022

Ahora somos un país de genios - Arturo Pérez-Reverte

 Ahora somos un país de genios - Arturo Pérez-Reverte


e dicho y escrito varias veces, en los treinta años que llevo firmando esta página, que si en España hubiese un juicio de Nuremberg sobre crímenes contra la Educación, o sea, un ajuste de cuentas con los responsables del disparate en que se han convertido nuestros colegios y universidades, faltarían sogas para ahorcar a tantos presidentes de gobierno, ministros y consejeros autonómicos del ramo que serían declarados culpables. Aunque echaran al asunto horas extras, los verdugos no iban a dar abasto. Y no me importaría aguantarles el cubata.

Escribo hoy con extrema indignación, así que no intento ser ecuánime. Estoy encolerizado; y como la reparación es imposible –demasiado tarde para arreglar nada–, me gustaría al menos conseguir venganza: ver a esos golfos y analfabetos de distintas ideologías sentados ante un tribunal, con pinganillos en las orejas para traducción simultánea en todas las lenguas de España, incluidas el bable, la fabla y el panocho. Quisiera oír a un fiscal enumerar sus desmanes y describir el triste paisaje que dejan detrás, el futuro que aún pretenden volver más chato y mediocre, la sucia contumacia con que se empeñan, no en elevar el nivel de los alumnos hasta la excelencia, sino en rebajar el nivel de la excelencia hasta la mediocridad. En ponerlo a la misma altura que tienen sus pobres, venales, corruptas inteligencias.

Hoy no intento ser ecuánime. Estoy encolerizado; y como la reparación es imposible, me gustaría al menos conseguir venganza

Resulta que ahora, según ellos –ese ellos incluye a muchas ellas– y gracias a su esfuerzo acumulativo de décadas psicopedagógicas, nos hemos convertido en un país de maravillosos genios. Los alumnos que dejan el bachillerato lo hacen ya con una nota media de 8 en toda España. Nadie suspende, el notable es fácil de alcanzar y el sobresaliente se ha hecho tan común que apenas llama la atención. Uno de cada cuatro chicos deja el cole con esa media. Sólo tres de cada cien acaban con una nota de 5 o 6 puntos: la mayor parte de los que se presentan a EBAU, antes Selectividad, llega con una media de notable o sobresaliente. En Andalucía, por ejemplo, noventa y nueve de cada cien alumnos; lo que convierte a los jóvenes andaluces –y también a los murcianos, asturianos, canarios y aragoneses– en los más brillantes de Europa, o casi.

Para prolongar tan fascinante milagro en Bachillerato, la Selectividad ya no selecciona una puñetera mierda. Mientras que hace tres décadas aprobaban siete de cada diez alumnos, hoy ninguna autonomía española baja de nueve (País Vasco 98%, Castilla y León 97%, Aragón 96%...). Cosa lógica si consideramos que la idea repetida de nuestra chusma gobernante era y sigue siendo que nadie se quede atrás. Que todos los chicos, dicen, tengan las mismas oportunidades. ¿Quién puede oponerse a eso? Pero en vez de estimular al alumno que lo merece para que se mida con los mejores, dándole todas las oportunidades, lo que incentivan esos imbéciles es la indiferencia y el mínimo esfuerzo, penalizando a los que de verdad estudian y luchan por conseguir la excelencia; reventando a los mejores y premiando a los vagos y los mediocres. Y como, además, los criterios cambian según cada autonomía y no existe un patrón común, sino diecisiete que se hacen la competencia, cada vez es más complicado seleccionar a los buenos alumnos para los estudios más duros y competitivos, y muchos jóvenes brillantes se quedan fuera, asfixiados por el desmadre común. Con lo que el mérito del esfuerzo unido a la inteligencia, único ascensor social que permite a los chicos alcanzar con justicia lugares de excelencia, desaparece en favor de quienes poseen medios económicos para estudiar en el extranjero o en universidades privadas, o pagar másteres carísimos que los llevarán a los mejores puestos de trabajo en España y, si tienen suerte, fuera de ella. Élites, en fin, a las que otros jóvenes desilusionados, frustrados, en posesión de títulos y diplomas que no valen ni la tinta de quien los firma, quedan condenados a no acceder jamás.

¿Cómo no encolerizarse ante un panorama que no tiene arreglo ni vuelta atrás? ¿Cómo no maldecir la ineptitud y cinismo de los gobernantes, la sumisión cobarde de centros escolares y universidades, la complicidad idiota de tantos padres, la hiperprotección que dejará a los chicos indefensos cuando la vida real llame a la puerta? ¿Cómo no desear que pague sus desmanes, aunque sólo sea con bofetadas dadas con la mano abierta, esa gentuza incompetente que, no satisfecha con vaciar de contenidos la educación escolar y universitaria, juega al aprendiz de brujo financiando su golfería y disparates con el dinero de nuestros impuestos? ¿Cómo tener hijos y no ciscarse cada día en la puta que parió a quienes los condenan a la mediocridad y el desengaño?


La era del ahorro - Pablo Montes

 La era del ahorro - Pablo Montes


Vamos de cabeza hacia un cambio radical del concepto ahorro. Hasta la fecha este término lo aplicábamos en un contexto muy doméstico y monetario. Había que ahorrar para irnos de vacaciones, para comprar un coche o simplemente para tener un colchón por si las moscas. En cierto modo ese afán economizador nos venía impuesto por nosotros mismos. Sin embargo, todo va a cambiar de un plumazo. A partir de este otoño vamos a tener que guardar la ropa porque en el mercado no habrá más prendas que comprar. Y eso es una sensación que la mayoría de europeos no hemos vivido en las últimas cuatro décadas. Es algo similar a lo que ha ocurrido con el agua en tiempos de sequía. Todavía recuerdo los veranos en La Vellés cuando a eso de las nueve de la noche apenas salía un hilo de la ducha. Y eso que mi pueblo nunca ha tenido que recurrir a la ayuda de las cisternas porque tiene una joya llamada ‘pozo artesiano’ que no ha dejado de dar agua. Pero este verano numerosos municipios se han tenido que poner serios para evitar que el agua se malgaste. Nada de lavar coches, llenar piscinas y regar jardines. Da igual que lo puedas pagar, el líquido elemento escasea y hay que apechugar.

Precisamente eso es lo que más va a costar explicar. Que aunque estés pocho de dinero puede que no tengas a tu disposición algo tan básico como el gas para calentar tu casa. Aunque no quieras ahorrar y guardar la ropa no te quedará más remedio que hacerlo porque nos encontramos ante un problema global. Nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo donde con billetes se compra todo menos la felicidad. La pandemia nos dio una lección en ese aspecto. Sobre todo cuando llegaron las vacunas y los que más tienen tuvieron que esperar con todo el dolor de su corazón a que les llegase su turno para recibir el pinchazo. Una bonita cura de humildad. Ahora vamos a caminar en la misma línea. Los gobiernos van a seguir imponiendo medidas de ahorro que habrá que cumplir si queremos tener suministros suficientes. Ya hemos empezado con la limitación de la temperatura del aire acondicionado y la iluminación nocturna, pero a buen seguro que llegarán más. Eso sí, que no pretendan hacernos pasar por determinados aros si los que marcan esas pautas caen en la incoherencia más absoluta. No nos pueden pedir que nos apretemos el cinturón si apuntalan día a día el Gobierno más pantagruélico de la historia. O no nos pueden exigir que los escaparates corten la luz a las 22:00 horas si por otro lado fomentan que se usen coches eléctricos que necesitan ocho horas de carga para que anden apenas 100 kilómetros.

Lo que parece claro es que los recursos ya no son infinitos. No lo es el agua, algo tan básico y necesario. Si la sequía se prolonga vamos a pasar verdaderas penurias en las que tocará apretarse los machos y dejar de emplear el líquido elemento en cosas superfluas. Va a pasar con el gas si la guerra de Ucrania se prolonga y no encontramos alternativas fiables y baratas al que viene de Rusia. Habrá que empezar a replantearse la situación de numerosas comunidades de vecinos absolutamente ineficientes donde algunas viviendas superan los 30 grados y necesitan abrir las ventanas. Tendremos que preguntarnos de una vez por todas qué modelo energético queremos para este país. Sin prejuicios ideológicos ni ideas preconcebidas. Reuniendo a los mayores expertos en este ámbito para que planteen propuestas razonadas y razonables. Si la solución es la energía nuclear, adelante. Si se puede vivir a base de renovables, adelante también. Pero basta ya de enfangar todo con malditas ideologías basadas en la más absoluta de las ignorancias.

Se avecinan tiempos críticos en los que muchos de los pilares que dábamos por anclados se van a desmoronar como una castillo de naipes. Toca adaptarse como siempre lo ha hecho el ser humano. Eso sí, con la mente abierta y sin demagogias ni populismos.

lunes, 8 de agosto de 2022

El caballero de Zafrón - Daniel Caro

 El caballero de Zafrón - Daniel Caro


Muchos son los conocedores de esto que narro. Durante años, fue uno de los grandes comentarios de las comarcas del norte y oeste de la provincia de Salamanca. Y quien más y quien menos, cualquiera que hubiera pasado por aquel lugar, habrá posado su vista en tal escena. Aunque quizá no haya reparado en la iteración de aquella situación que no atendía a las estaciones del año. Yo soy demasiado joven para recordar cuándo comenzó. Igual alguien de más edad podría delimitar tal acto en el tiempo. Sin embargo, sí fui consciente de cuando terminó. Un día pasas y ¡puf!, el protagonista había desaparecido. Eso sí, durante un tiempo el atrezo quedó inmóvil.

Sabido es por los conductores que la CL-517 es un camino soporífero. Al menos hasta el imponente puente que salva la parte de las Arribes del Huebra a la altura de Cerralbo, momento en el que la orografía y el ecosistema empiezan a colorear otros horizontes. Y he de reconocer que al llegar ahí es cuando empiezo a sentir que he llegado a mi tierra. Pero hasta ese hito, lo cierto es que tal vía (que hace tiempo, si a alguna Administración le hubiésemos importado lo más mínimo, sería una autovía) presenta un paisaje con menos gracia que los programas de Bertín Osborne. Por eso aquella escena que se producía a la altura del olvidado pueblo de Zafrón resultaba anecdótica para conductores y acompañantes.

Zafrón, a día de hoy, es uno de esos pueblos incógnita. De hecho, más allá de los diez segundos que lleva el cruzar su casco urbano, la gente debe preguntarse si realmente vive alguien allí. Incluido un servidor, que desde que ya no vio más aquella silla ocupada, dudaba de la existencia de algún vecino. De hecho, recuerdo viajar hacia Lumbrales en el maltratado autobús que hace esa ruta cada vez a unos precios más desorbitados, cuando nos sobresaltamos por una parada inesperada. ¿Por qué paraba ahí si no tocaba? ¡Era Zafrón! Pero mayor sorpresa nos llevamos los usuarios cuando del coche de línea se apeó un jovencito. “Este se tiene que haber equivocado”, fue el pensamiento colectivo.

De hecho, me gusta pensar que aquel muchacho debía de ser familia de aquel caballero. Aunque solo fuese por romanticismo y justicia divina. Y es que aquel hombrito, el hombrito de Zafrón, sin pretenderlo, se había convertido en un hito de la idiosincrasia de aquella parte de la provincia. Siempre puesta en torno al kilómetro 27, se podía observar una silla desconchada a la puerta de una casita de construcción tradicional. En frente del posteriormente recuperado dolmen. Y salvo que lloviese o fuese de noche, aquel hombre ocupaba su silla. Impasible. Impertérrito. Quizá algo sobresaltado por el trajín que tiene esta carretera el Día del Almendro. Pero allí estaba siempre. O casi. Probablemente absorto en pensamientos tan íntimos que solo él pudo conocer. Viendo la vida pasar. Esperando encontrar algún estimulo sentado a la sombra de su vivienda.

Habrá quien sepa qué fue de aquel señor. Si sus días acabaron ya o decidió irse a una residencia. Si tenía familia o no. Si había sido agricultor o había trabajado en la mina de Golpejas. Lo que sí sabemos es que allí quedó su imagen. Como grabada. Aquel viejo sentado en su sentajo. O más bien, aquel caballero sentado en su trono. Escudriñando cómo los coches se modernizaban, pero cada vez pasaban con menor asiduidad. Cómo la Administración pasaba de su pueblo hasta el punto de ser el único de toda la vía en el que no hay lomos de asno. Cómo sus vecinas emigraban. O fallecían. Cómo gobierno tras gobierno se olvidaban de aquel rincón del mundo, desaprovechando las exclusivas infraestructuras existentes cuando la CL-517 llega a su fin. Cómo aquella tierra, su tierra, nuestra tierra, moría, mientras él permanecía allí sentado sin inmutarse.

domingo, 31 de julio de 2022

Despechá - Santiago Juanes

Despechá - Santiago Juanes


Hace unas horas el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, animaba a dejar la corbata en casa como medida de ahorro energético. Antes fue por el covid. Quizá pueda pensarse que este clásico de la elegancia y la etiqueta sea causa de algunos de nuestros males y debamos ir por el mundo sin ella, descamisados, incluso, a pecho descubierto, como los legionarios, o como decían nuestros abuelos despechugados, ahora que Rosalía acaba de colocar como canción del verano su “Despechá”, que es como hemos visto esta semana a la gypsi Noemí Salazar, reina del brilli brilli, timada por un salmantino, según ha denunciado. Sus primas de Azúcar Moreno regresan a Salamanca (Peralejos de Abajo) en este agosto festero que estamos a punto de inaugurar abanicándonos como locos y quizá sin calderillo popular.

Será la salud, como ella misma ha dicho, pero la espantada política de Macarena Olona llega también cuando puede sentirse “despechá” por el feo de los electores andaluces y de su partido, que la dejaba allí “desterrá”, en Andalucía, y con estos calores. Lo siento porque Olona nos ha dado algunos momentos de surrealismo extraordinario, que ahora se perderán como lágrimas en la lluvia. En fin, ya sabrá que lo de Rosalía no ha podido ser para las fiestas del mes de septiembre. Vendrá Ana Guerra, con un polémico pasado de ruidos y un presente maravilloso con Víctor Elías, a una Plaza Mayor deseosa de recibir talento bajo la “mariseca” y las tallas de Isidoro Celaya. Como siempre, el programa festero anunciado esta semana recibió críticas, o sea, nada que no esperásemos. Va en el cargo de concejal de Fiestas, le dijeron a Mariví Bermejo cuando tomó posesión. De críticas sabe mucho Emma García que deja su programa de televisión y sitúa en el limbo a nuestra Elia Gonzalo, que pregonará este mes las fiestas de Vitigudino.

Conozco a Elia desde las vísperas del 2002, cuando se convirtió en Miss Soria e hizo un extraordinario papel en Miss España. También como periodista porque entonces estudiaba en la “Ponti” y aquellos días le sirvieron para informarse desde dentro de los entresijos de un certamen que ya apuntaba crisis y vivía al borde de un ataque de nervios. Desde el estrés de las aspirantes a los intereses de la organización, Elia, desde entonces, ha sido un extraordinario animal televisivo a la que la cámara quiere con devoción. Una de nuestras estrellas. Cuando estudiaba en la “Ponti” ya tenía sus responsabilidades Miriam Cortés, la rectora de la Universidad Pontificia, que este año será la pregonera de las fiestas salmantinas. Suerte, porque el papel no es sencillo, como sabe Esther Vaquero, otra de nuestras estrellas de la tele, que las pregonó años atrás. Cuando vea a Elia le recordaré aquellos días de desfiles de Fely Campo y Equipo Moda, que resultaban ser una locura. Aún no habíamos estrenado este siglo.

Entonces, todavía estaba entre nosotros el polémico Juan Trujillano, el cura de Armenteros, que las preparó como Amancio. Le faltó la uña del meñique para entrar en la cárcel de la que sólo le libró el último sello del pasaporte, pero dejó marrones muy importantes en los juzgados. Su herencia estaba envenenada y tengo para mí que pasarán aún bastantes años antes de que se libre de su maldición el colegio de Armenteros. Años atrás fueron niños emigrantes llegados de América y ahora han sido huérfanos ucranianos.

Blas Rodríguez, al que tengo por buena gente, responsable del centro, dice que la culpa no es del colegio sino de la Fundación Madrina. El caso es que la Junta de Castilla y León ha tenido que hacerse cargo de los niños. Por cierto, ya podría la Real Academia de la Historia revisar la biografía del cura, que es un panegírico de Claudio Gil Domingo sin atisbo de crítica a sus años locos, perseguido por la Justicia por sus trapicheos con la residencia Covadonga y deudas a los trabajadores, entre acusaciones de apropiaciones indebidas y desvío de fondos, denuncias que afectaron también a su polémica albacea, María Antonia García Rico. Hay aquí una historia formidable digna del mejor género picaresco. Vamos a ver cómo termina esta historia de los niños ucranianos, la Fundación Madrina y el Colegio de Armenteros porque, supongo, habrá una investigación que aclare cómo se ha pasado de sacar pecho por nuestra solidaridad a sentirnos engañados o despechados. María Magdalena, que da nombre a la novela de Matilde Cherner, también fue una mujer “despechá”, que ahora renace y vuelve a ser accesible gracias a la editorial Espinas. Matilde fue una escritora salmantina obligada a firmar como Rafael Luna en un tiempo complicado, el siglo XIX. La reedición de su novela la prologa Mabel Lozano, documentalista y eterna denunciante de la prostitución, que blanquea Pretty Woman con la complicidad regular de las televisiones. Matilde, “despechá” por los escritores de su tiempo, se atrevió a denunciar la prostitución con escenario salmantino, el famoso Barrio Chino, que tantos despechos conoció.

lunes, 20 de junio de 2022

Luis Alberto Rivas

 Por su parte, Luis Alberto Rivas, director de la Cátedra de Finanzas Sostenibles UPSA-Mapfre, ha insistido en no sacrificar el largo plazo. “Entendemos la sostenibilidad como la gestión de los recursos para satisfacer las necesidades de la empresa, pero sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras”, ha asegurado.


martes, 14 de junio de 2022

Trabajar con las manos - Juan Fernández-Miranda

 Trabajar con las manos - Juan Fernández-Miranda


«Das una patada a una piedra y encuentras veinte licenciados

Conviene escuchar a la gente que sabe, y mi amigo Artu me lo explicó con esa mirada que nace de un corazón embridado y de unos pies sobre la tierra: «En España nadie quiere trabajar con las manos». Sabe de lo que habla, porque su despertador suena todos los días antes del amanecer y cada noche llega a casa muy pasada la caída del sol, sobre todo en invierno. «Las vacas y los cerdos comen todos los días, y aquí nadie quiere mancharse las manos». Todos los días, me insistió, también el de la Virgen.

También con la leche, la carne, el jamón y el chorizo, y tantas otras cosas. Y los pocos que sí están dispuestos a currar con las manos, la mayoría inmigrantes, exigen porque saben que están en condiciones de exigir. «Tenemos que asumir que das una patada a una piedra y encuentras veinte abogados y otros veinte contables, pero gente que trabaje con las manos, que esté dispuesta a levantarse a las cuatro de la mañana y mancharse con la sangre de los cerdos, no hay ni uno. Y que sepan hacerlo».

Mi amigo Artu sabe lo que es ganarse la vida y trabajar de sol a sol. Lo que le duele no es trabajar, lo que le duele es no poder desear para sus hijas lo que su padre deseó para él. Lo que le duele es no entender porqué un país que ha crecido tanto en el último medio siglo se está olvidando de sí mismo y está dando a la espalda a sus orígenes.

Y concluye que como país tenemos que estar preparados para que un empleado de fábrica o un panadero triplique el sueldo de licenciados universitarios. Es la ley de la oferta y la demanda, aunque España lleve demasiado tiempo instalada en lo que en los noventa se llamaba titulitis. Ahora, el problema está en la penalización del esfuerzo. Tendemos a confundir esfuerzo con dignidad, y son conceptos distintos.

Mi amigo Artu no sabe cuál es la solución, pero advierte del problema. Si queremos tener el pan en la mesa, hacen falta panaderos. Y habrá que pagar bien.

lunes, 6 de junio de 2022

Amor estéril - Juan Manuel de Prada

 Amor estéril - Juan Manuel de Prada


Desde su cátedra de la cárcel de Reading, Oscar Wilde nos enseñó que todos los hombres matan lo que aman; a veces, lo hacen mediante un circunloquio, para que su crimen sea más demoradamente cruel y la víctima sienta un dolor más pujante que la mera extinción física. El asesinato de Rocío Wanninkhof, que en estos días abarrota las crónicas de sucesos, reúne los requisitos de ensañamiento y fría premeditación que reclama el horror. También ese abominable regodeo que la maldad experimenta ante el exterminio de la belleza. La joven Rocío Wanninkhof, a juzgar por los retratos divulgados por la Prensa, era una muchacha de belleza infrecuente, esbelta como el agua, fúlgida como el oro, de facciones que podrían haber celebrado los poetas y figura que reclamaba el homenaje del mármol. El asesinato de la belleza resulta siempre más perturbador que el asesinato a secas, porque en cierto modo es un agravio a la armonía del mundo, una negación obscena de la claridad que rige el orden de la naturaleza. Asesinar la belleza constituye una vindicación del caos y de las tinieblas.

La mujer que, según apuntan las indagaciones policiales, eligió como víctima de su crueldad a Rocío Wanninkhof lo hizo con el propósito de matar en vida a quien más amaba, que era la madre de la muchacha. Y lo hizo borrando el aliento de la belleza, que era algo que su amor estéril jamás podría incorporar al mundo. Al asesinar a Rocío Wanninkhof, esa mujer estaba excluyendo la posibilidad de un amor distinto al suyo, un amor que fuese fecundo y perdurara en otra carne. La asesina de Rocío Wanninkhof viviría su amor estéril con esa obcecación de quienes aman sin esperanza, y la presencia jovial de tanta belleza encarnada en el cuerpo de una adolescente la mortificaba como un ultraje. Ella jamás podría regalarle a la mujer amada una prueba tan acendradamente hermosa de su amor, y creyó que asesinando a Rocío iba a lograr imponer su pasión enferma y ofuscada a la realidad. En las crónicas de sucesos se alude elípticamente a un «móvil pasional» más o menos turbio, pero en ese móvil convive un cenagal de pasiones tumultuosas en el que, quizás, la más atroz y obturada sea el despecho de quien mata a la persona que la rechaza matando el testimonio de belleza que esa persona ha dejado en el mundo. Esta perversión del amor que se sabe incapaz de competir con la belleza y asesina para recuperar sus privilegios, envuelve la muerte de Rocío Wanninkhof en un sudario de sórdida tragedia que conmueve y repugna a partes iguales, porque abre a nuestros pies ese abismo de locura a que puede conducirnos un amor estéril.

La palabra que menciona ese amor estéril no ha sido aún pronunciada, en parte por respeto a la madre doliente, pero también por ese remilgo tan contemporáneo que se resiste a reconocer los peligros de degradación que encierran ciertas variantes del amor. Rocío Wanninkhof murió por culpa de un amor degradado (y uso el adjetivo en su pura acepción etimológica); un amor que jamás podría haber rendido un fruto tan sencillamente hermoso como esa muchacha que nos sonríe desde ultratumba. La mera existencia de Rocío Wanninkhof era un agravio insoportable para la mujer que la mató, y también un recordatorio pertinaz que le mostraba la naturaleza degradada de su amor, incapaz de perpetuarse en otro ser. Al destruir tanta belleza, la asesina de Rocío Wanninkhof se hacía la ilusión de que su amor era perfecto y condenaba a la madre doliente a conformarse con ese amor devaluado y enfermo que ella le brindaba. No le importaba que, con la muerte de Rocío, también hubiese aniquilado espiritualmente a la madre: a un amor degradado le basta con un mero envoltorio carnal. Pero la belleza fluvial y dorada de Rocío Wanninkhof la perseguirá para siempre, recordándole la esterilidad de su amor.

lunes, 30 de mayo de 2022

Noticias BBC - Manuel Muiños

Noticias BBC - Manuel Muiños


Sin duda alguna a todos nos suena eso de la BBC News, solo hay que meterse en internet y ver todas las noticias que publica. Desde la facilidad para comprar armas en Estados Unidos hasta el riesgo que corremos cuando lavamos un pollo. Tranquilos todos, mis noticias BBC de hoy no tratan de alarmar, sino de llevarnos a pensar en algo que acontece de un modo especial en estos días y todos los años por estas fechas. Hace unos días, en una peluquería no se podía coger cita a determinada hora porque una persona tenía que hacerse la prueba de su peinado para un día especial. Así, de entrada, suena bien, la pena es cuando la persona que ha de hacerse la prueba tiene nueve años y el evento es su Primera Comunión. Lo curioso es que tengamos bautizos con doscientos invitados con Dj incluido, comuniones que parecen bodas y celebraciones BBC, es decir, bodas, bautizos y comuniones que poco o nada tienen que ver con un planteamiento religioso y espiritual serio, coherente y consecuente.

Hablo, o mejor dicho, escribo con conocimiento de causa. No son precisamente pocos estos sacramentos que administro, es verdad que tristemente los funerales ganan por goleada, no como el Madrid al Liverpool. Ahora bien, tendríamos que hacérnoslo mirar, todos en general y algunos en particular. Celebrar sacramentos no es hacer churros, implica fe, vivencia, compromiso, actitud y algunas cosas más. No soy yo quien ha de juzgar las intenciones, y mucho menos la fe de quien o quienes deciden embarcarse en la aventura de las celebraciones religiosas. Ahora bien, como dice el conocido humorista: “Si hay que ir se va, pero ir pa na es tontería”.

Llama la atención cómo se está desvirtuando y descafeinando todo este tipo de actos, los entierros tampoco se libran. No podrá nadie negarme que muchos velatorios, cuando los hay, se han convertido en una auténtica romería en la que quien menos presente está, a pesar de estar de cuerpo presente, es el difundo o difunta, no se me ofenda nadie. Por cierto, ayer alguien me dijo con mucha gracia e ironía, que en una de mis parroquias uno de los retablos era muy machista, que tenía que buscar la paridad entre las imágenes. Ciertamente hay que tomárselo con humor y con amor, pero un poco de reflexión seria y profunda buscando la coherencia entre lo que vivimos y celebramos no nos vendría mal a ninguno. Entierros en los que lo único o lo que más preocupa es el pésame o “cabezazo”, bodas, bautizos y comuniones, de moda estos días, donde el regalo es lo que prima... Olvídense ustedes de regalos que impliquen sentimiento o recuerdo, por supuesto nada que ver con lo que se celebra... Y ¿qué me dicen de los detalles que novios y niños regalan como recuerdo? Todo muy acorde con el sacramento. “Válgame el Señol, me quedo en estado de show” como dice un amigo mío.

sábado, 7 de mayo de 2022

Las paradojas del empleo vacante - Editorial ABC

 Las paradojas del empleo vacante - Editorial ABC


En España dejan de cubrirse 100.000 puestos de trabajo disponibles. La culpa de este desajuste es de la falta de cualificación, la economía sumergida, los subsidios y la ‘titulitis’ inefica

Pese a que, según las últimas estadísticas, el paro registrado en España supera los tres millones de personas inscritas, hay 100.000 puestos de trabajo que actualmente no se pueden cubrir. Y en los próximos años pueden superar el millón. Las razones de esta paradoja son muy diversas, pero la patronal, especialmente la de las pequeñas y medianas empresas, apunta directamente a la falta de cualificación de los desempleados.

Este es un problema que no resulta novedoso, sino una evidencia que lastra la evolución y renovación del mercado laboral e impide que una parte sustancial de los jóvenes accedan a un empleo para el que estén preparados. Suele decirse que las universidades españolas siguen ofreciendo titulaciones innecesarias y que este desajuste entre titulaciones académicas y demandas laborales condena a los graduados a empleos para los que no están preparados o, directamente, al desempleo.

Sin embargo, se trata de un razonamiento demasiado simplista, al que habría que añadir un análisis sincero de las carencias de la formación profesional, que debería ser una alternativa mucho más atractiva y realista para aquellos jóvenes atrapados por la tradicional ‘titulitis’ española, que no encuentran en los estudios superiores ni su vocación ni su salida profesional.

Además, hay otros factores en las políticas públicas frente al desempleo que, con la mejor de las intenciones y con una innegable función social, acaban desincentivando o ralentizando la búsqueda activa de trabajo. El subsidio es un arma de doble filo, sobre todo cuando se estabiliza como un ingreso personal no retributivo y pasa a formar parte de la economía familiar cotidiana. También la carga impositiva al trabajo asalariado deriva empleo a la economía sumergida e impide que esos puestos de trabajo se transformen en una oferta pública y transparente al alcance de los más jóvenes. Ahora bien, el problema no afecta solo a los más jóvenes, sino también a sectores de la población adulta que, precisamente por su edad, normalmente a partir de los 45 años, y a pesar de su experiencia se quedan excluidos del mercado laboral. Es necesario que estos trabajadores, que mantienen cargas familiares e hipotecarias en sus hombros, tengan oportunidades de recapacitación para continuar su vida laboral, más aún si tanto se habla de ir retrasando la edad de jubilación para acompasarla a la expectativa de vida (y a las exigencias del erario público, que no es ilimitado).

La necesidad de reformas estructurales en el mercado laboral es algo real, aunque suene tópico, y hay que afrontarla sin paternalismo porque bastantes engaños sufren los jóvenes con un sistema educativo que les manda mensajes muy equivocados sobre las responsabilidades a las que deben enfrentarse. Debe haber un diálogo sincero entre la empresa y la universidad para que las nuevas titulaciones se correspondan con las nuevas profesiones. Un diálogo que también implica al Gobierno, para que conduzca sus políticas de empleo por la senda de la combinación de nuevas oportunidades de formación útil, por un lado, con mayores exigencias de búsqueda activa de trabajo, por otro. Y es evidente que las familias españolas tendrían que ir cambiando su mentalidad sobre la educación de sus hijos y aceptando que una buena formación profesional no desmerece en absoluto frente a la titulación universitaria, sobre todo si facilita un puesto de trabajo y una oportunidad de emancipación. Estas son, sin duda, las bases de un proceso inaplazable de trasformación y modernización del mercado laboral, que se frustrará si no se consigue entre todos los agentes sociales y políticos, y con la sociedad española al frente, una superación de viejos clichés.

lunes, 2 de mayo de 2022

Los anacletos de Pegasus - Juan Manuel de Prada

 Los anacletos de Pegasus - Juan Manuel de Prada


La tecnología ha matado el espionaje, convirtiéndolo en un oficio casposDesde hace semanas, nos están dando un tabarrón horroroso con el espionaje que han sufrido más de sesenta indepes, cuyos móviles han sido ‘pinchados’ por un ingenio denominado Pegasus, que escruta los mensajes de guasap y las fotopollas. Esta violación masiva de la intimidad ha causado una consternación tremenda entre los demócratas panolis, que no quieren aceptar que un gobierno de progreso haya perpetrado tal atropello sin autorización judicial; y prefieren pensar (‘risum teneatis’) que lo han perpetrado anacletos descontrolados del CNI o policías de las cloacas. En cierta ocasión, Rubalcaba le soltó a un adversario político: «Yo oigo todo

 lo que dices y veo todo lo que haces». Y si un demócrata insigne como Rucalcaba era lechuzo de vidas ajenas, como aquel Diablo Cojuelo que por las noches levantaba los tejados de Madrid como si fuesen de hojaldre, haciendo de los secretos de sus habitantes ‘pepitoria humana’, no veo por qué el doctor Sánchez, que además de demócrata insigne tiene más jeta que un tapir, no pueda hacer pepitoria con los indepes y con quien le salga del toto.

Antaño, los espías viajaban en el Transiberiano y se hospedaban en hoteles de lujo con señoras estupendísimas (que, a su vez, eran también espías) con muchos velos y muchos echarpes echados al cuello (y a veces, incluso, alguna serpiente, como Mata-Hari) y un pomo de arsénico escondido en el canalillo. Eran entonces los espías una raza privilegiada, que aspiraba los divinos perfumes de la aventura galante y el peligro de muerte; pues, además de beneficiarse señoras estupendísimas, corrían el riesgo de que los fusilaran, si los descubrían; en cambio al Anacleto de hogaño, si lo descubren, lo fichan como ‘experto’ en cualquier programilla cutre de la tele, para que nos cuente con la voz distorsionada bulos delirantes sobre la guerra de Ucrania o los ligues del Emérito.

Con el desarrollo de la tecnología, Mata-Hari ha sido sustituida por unos anacletos que escrutan en un cuchitril inmundo (porque el sueldo birrioso no les da para hoteles de lujo) las fotopollas de los indepes, mientras se zampan un triángulo de pizza grasienta (y tal vez se casquen una gayola, si el Anacleto es entusiasta de su trabajo). La tecnología, que ha destruido todas las actividades poéticas, ha matado también el espionaje, convirtiéndolo en un oficio casposo, cobardón y sórdido. Los indepes espiados, aparte de lloriquear un poco (que siempre viene bien, para pillar cacho), deberían anunciar al doctor Sánchez lo mismo que Gila anunciaba en uno de sus chistes bélicos, en los que fingía hablar por teléfono con el enemigo: «Su espía de ustedes ya llegó; ahora le mandaremos nosotros al nuestro». Así, si los amenazan con sacarles las fotopollas del móvil, los indepes podrían defenderse como hacían en aquel pequeño país centroamericano donde todos sus habitantes eran poetas, y cuando se encontraban dos amigos en la calle, ambos sacaban unas cuartillas del bolso y decían al unísono: «Si me lees, te leo».

sábado, 16 de abril de 2022

Viernes Santo, sin curas ni trenes - César Lumbreras

+Viernes Santo, sin curas ni trenes - César Lumbreras


Mi primera intención era abordar hoy de lo Renfe, sus trenes y el maltrato a Salamanca. Sin embargo, lo he descartado por dos razones principales. La primera, que estoy escribiendo en la tarde del Jueves Santo, jornada en la que la Iglesia Católica celebra el día del Amor Fraterno, y el artículo iba a tener de todo, menos “amor” y “fraterno”; así que no procedía. El segundo de los motivos que me han llevado a desistir de mi intención inicial es que hay muchos viernes al año para realizar la crítica correspondiente por la actitud de la citada empresa y del Ministerio de Transportes, mientras que Viernes Santo solo hay uno. Así que no viene mal realizar un sacrificio en esta jornada, lo mismo que las cofradías que hacen sus estaciones de penitencia, casi, casi, a la misma velocidad que los trenes lentos que unen, es un decir, Salamanca con Madrid por Ávila. Toca hoy un poco de contención y un mucho de ayuno y abstinencia en la crítica, que un día al año no hace daño, y sumirse en los recuerdos de los Viernes Santos de otros tiempos.

He sido, y sigo siéndolo, un amante fiel de todos los productos del marrano “colorao”, desde el chorizo, al salchichón, pasando por el jamón. Pues bien, el Viernes Santo me entraban unas ganas enormes de tomar unos huevos fritos con algún embutido o chacina y, claro, simplemente mencionar ese deseo ya era motivo de escándalo familiar, con respuestas del tipo: “sinvergüenza, hoy, Viernes Santo, ayunan hasta los judíos”. Yo solía responder que eso era lo normal, porque habían matado a Jesucristo, lo que generalmente empeoraba las cosas. El asunto tenía su miga y cierta justificación, porque esto solía suceder a eso de las diez de la mañana, tres horas largas después de que los monaguillos nos hubiésemos levantado para participar en el primer acto religioso del día: el viacrucis. Se realizaba por las calles del pueblo y también casi a la misma velocidad que el ya citado “tren lento”; previamente, habíamos hecho el mismo recorrido a una marcha más rápida, eso sí, convocando a los fieles mediante el sonido de las carracas, ya que no se podían utilizar las campanas. Claro, después del madrugón, de la doble caminata por las calles con sus correspondientes paradas, del frio correspondiente y del sermón con el que finalizaba el Viacrucis, lo que pedía el cuerpo era un buen almuerzo a base de huevos fritos y embutidos, pero no podía ser, porque tocaba ayuno y abstinencia. Hoy son pocos los viacrucis que se ofician a primera hora de la mañana, entre otras razones porque no hay curas suficientes en la mayor parte de los pueblos y, los que todavía resisten, no pueden multiplicarse. Lo de los trenes quizás tenga solución y depende de que haya voluntad política. Lo de los curas y los viacrucis, me temo que no.

P.D: Dedicado al amigo Manolo Muiños, que resiste.

martes, 5 de abril de 2022

Soy Yolanda - Rosa Belmonte

 Soy Yolanda - Rosa Belmonte


Lo de la vicepresidenta Díaz con el Papa es como lo de Georgina con sus amigos en el ‘reality’

Tamara Falcó también ha ido a ver al Papa. Su segunda vez por el doculoquesea de Netflix (el otro fue una mata que no ‘echó’). Llevó al Papa una Virgen de la Alegría, que está de moda entre la gente bien. Tamara vestía una camisa con lazo, como Yolanda Díaz, la ministra del extraño prestigio. Esta, cuando fue a ver al Papa, iba como mal disfrazada de Marguerite Yourcenar al ingresar en L’Academie Française.

 ya sabe que nunca más va a estar solo. Las veces que he coincidido con Pablo Iglesias en la radio, y todavía no estaba en el Gobierno, llevaba un séquito que ni el rey de Siam. El de Yolanda Díaz, del que ayer informaba Javier Chicote en ABC, es de chiste, de ‘sketch’, si no fuera por la falta de transparencia y el dinero público que no es de nadie. Bueno, de los que se lo gastan en ir al Vaticano en Falcon. Yolanda me ha recordado a Georgina, la novia de Cristiano, con sus amigos en ‘Soy Georgina’. Me ha recordado más a la parodia de Victoria Martín en su Instagram: «Me encanta estar con mis amigos. Nos llamamos ‘Las queridas’. Me gusta mucho que estén conmigo para no olvidarme de dónde vengo. Es verdad que antes de quedar, antes de que entren en mi casa, les pego siempre unos manguerazos porque, si no, Cris no me deja que se sienten en el sofá. Lo que más me gusta de estar con ellos es… ver sus caras de envidia cada vez que hago cosas y tengo cosas que ellos no tienen. Mi amiga Mamen, por ejemplo, que el otro día me la llevé en el ‘jet’. Ella iba con su vestido del Bershka. Esto me hace muchísima gracia. Porque ella me dice ‘Te quiero’, pero sus ojos dicen ‘Puta, puta, puta’».

Mi favorito del séquito ‘yolandal’ es Carlos Corrochano, «politólogo asesor de la vicepresidencia». ¿Qué necesitas para ir a ver al Papa? Un politólogo. Se apellida Corrochano, como el gran crítico taurino de ABC, autor de ‘La edad de plata del toreo’. Menuda edad nos está tocando en la política. Corrochano, que sucedió a Dulzuras, empezó a hacer críticas de conjunto, no toro a toro. Como decía Cossío, sabía «ver el suceso, a veces el detalle o matiz característico que ha de servirle de tema de su crónica».

Hay otra cosa de Victoria haciendo de Georgina que también me recuerda a la ministra del extraño prestigio. Son esos detalles o matices. «Me encantan mis fans, el apoyo de ellos es lo que me hace seguir adelante en mis objetivos de no hacer absolutamente nada». Anda, una actualización de Pla: «Era un gandul profundísimo, insondable, que había llegado a encontrar la manera de aparentar que estaba siempre atareado». Pero, tirando de otra Yolanda, Ramos, como Noemí Argüelles en ‘Paquita Salas’, cuidado con las palabras que decimos a la balalá, que esta señora se levanta a las cinco.

lunes, 4 de abril de 2022

Descansa en paz, amigo - Isabel Bernardo Fernández

Descansa en paz, amigo - Isabel Bernardo Fernández


A Alberto Estella. In memoriam

Estaba a punto de cumplir tres cuartos de siglo cuando Alberto Estella se decidió a trepar por su árbol genealógico y desempolvar notas y carpetas, para dejar testimonio escrito de sus Raíces en una publicación no venal, y regalársela a aquella “Estellada” de hermanos, sobrinos y familia que había convocado en la finca “Esteban Isidro”, a mediados de septiembre de 2015.

Todo por eso de eludir a los que, según Sancho, “roen los huesos y deslindan los linajes”. Todo por eso de que los más jóvenes de la familia y sus descendientes supieran por su propia boca quiénes eran, antes de que ladraran los fariseos y detectives de ese poema de León Felipe al que Estella cita, por haber corrido de niño, como él, las calles de Sequeros.

Porque si algo ha quedado en la memoria de los que conocieron a don Alberto como columnista GACETA, ha sido ese carácter agreste de su provenir batueco, con el que ha sabido defender su apellido y pensamiento ante propios y extraños, con una pluma certera, brillantísima y envidiable.

Duelo en “la calle del desengaño”. Oscuridad en “el farol”. Don Alberto Estella, ha partido hacia las verdes praderas de los salmos y no nos pide lágrimas, sino amistad y oración por su eterno descanso. Allá arriba ya solo el padre orgulloso, el abuelo tierno, el hombre sensible, el amigo cercano; el cristiano del nazareno de San Julián y del Cristo de Cabrera, dos de sus mejores y más asiduos confidentes. Allá arriba el vuelo, siempre el vuelo, para que los que seguimos abajo podamos seguir soñándolo.

“Te hemos echado de menos, Alberto”, le escribí hace pocas semanas, al no haber podido asistir a una comida en Vegallana a la que le habíamos invitado. “Me estoy acostumbrando a no estar, para cuando deje de estar”, tecleó ipso facto. ¡Ah, querido Alberto, larga e inmensa es la sombra que has dejado en nuestra casa, por siempre la tuya! Ya te iremos contando cómo va la primavera y, en tus oídos de niebla, yo te pondré un poema y Toto los zumbos más galantes de las vacas. Al fin y al cabo, es lo que tú viniste a pedir a los tuyos al concluir tus Raíces con una cita de Marcel Proust: “La mejor parte de nuestra memoria está fuera de nosotros, en un soplo de lluvia, en el olor a cerrado de una habitación...”. Así te recordaremos, Alberto, en lo mejor de la memoria. Aunque ahora estemos confundidos y no sepamos aún por dónde empezar. Son muchos los momentos y los espacios que has dejado abiertos de par en par, y, quizás, tengamos mucho miedo a no encontrarte. Con admiración, con amistad, con respeto, descansa en paz, amigo.

Don Estella - Manuel Muiños

Don Estella - Manuel Muiños


Permítanme, pues no puedo por menos, dedicar esta columna al que tantos años hizo maravillas entre los columnistas de este periódico, don Alberto Estella. Nadie podrá negar la pluma grácil, culta y hábil, irónica, sarcástica y, a veces, cáustica que atrapaba a quienes caíamos en la tentación de iniciar la lectura de sus crónicas. Una pluma a veces clara, concreta y concisa, de tiralíneas, y otras cortante y tajante, cual hábil bisturí. Sin duda alguna su presencia no pasaba desapercibida, sus comentarios, pensamientos y planteamientos tampoco. No dejaba indiferente y su capacidad para provocar y generar sentimientos era más que evidente. Descanse en paz Alberto Estella Goitre y viva para siempre en el corazón y en el recuerdo de quienes pudimos conocerlo y sentirlo de cerca. Esa fue precisamente una de sus últimas peticiones poco antes de entrar en el dulce sueño que le llevaría a la vida eterna en la que creía: “Me voy tranquilo, recuérdame siempre amigo Manolo y mucho ánimo en tu labor, no olvides que la Iglesia necesita...” (la censura me impide continuar con sus palabras para no herir sensibilidades, no tengo la valentía de don Alberto). Dicho esto, amigo Alberto, los que aquí quedamos haremos lo que podamos, intentaremos mantener el listón sabiendo que no alcanzaremos tu nivel. A buen seguro echaremos de menos tus columnas, más en estos tiempos convulsos en los que con la política y la guerra tendrías temática para opinar de forma clara, elocuente, conmovedora y contundente. Porque no me negarás Alberto, que la cosa está de “echa pan y moja”. Algunos eléctricos con los combustibles y otros quemados con las eléctricas, mientras todos temblando con unos y otros, atentos a la jugada y temerosos con la incertidumbre de la que se nos puede venir encima. No está el horno para más bollos, tenemos de sobra, pero ya verás como viene algún listo y lo mejora. En fin, que entre pitos y flautas, la guerra y las otras guerras continúan y curiosamente hoy más que nunca se hace realidad, incluso yo diría que viral, aquel dicho de todos conocido: “A río revuelto, ganancia de pescadores”.

Sí Alberto sí, como te lo cuento, la pobreza genera riqueza para muchos desalmados, delincuentes de guante blanco. Trileros de la solidaridad que por arte de magia o de “bóbilis, bóbilis” le dan la vuelta a la tortilla y hacen negocio con el dolor y el sufrimiento humano. Bueno, que no queda otra que poner sobre el papel, en la medida de lo posible, el día a día de la vida tratando de ponernos colorados para recapacitar y recolocar lo que se pueda entre todos. No te digo más, si puedes dales un toque ahí arriba, a ver si entre todos hacemos algo. Por cierto, para mi gusto tu despedida un tanto inmerecida, me pareció poco el incienso, aunque tú no lo necesitaras. Hasta siempre.

La Historia pasa a la historia - Pablo Montes

 La Historia pasa a la historia - Pablo Montes


Caminando por las cumbres de la salmantina Sierra de las Quilamas resuenan los ecos de las apasionantes leyendas que surgieron fruto de la sabiduría e imaginación popular. Cuentan que en la Cueva de la Mora se esconde parte del tesoro de Alarico, ocultado allí por el último rey godo, don Rodrigo. Se dice también que, en el pico del Castillo, las piedras que permanecen formando una especie de muralla, son los restos de la fortaleza en la que se ocultó este monarca, el que puso fin al reino visigodo de Toledo y dio paso, con su derrota en la batalla de Guadalete, a la dominación musulmana. Una invasión que, según reza la fábula, tuvo su mecha en las vejaciones de Rodrigo a Florinda, la hija del conde ceutí don Julián. Éste, furioso por semejante afrenta, permitió el paso de los hombres de Táriq ibn Ziyad a la península a través del estrecho de Gibraltar.

A partir de ahora será mucho más complicado que un alumno de la ESO sepa quién fue don Rodrigo. Ni tan siquiera se tratará (ahora se toca de puntillas) lo que significó el paso de los godos por la península. Porque por mucho que nos cuenten milongas y películas, no fueron los Reyes Católicos los que acuñaron el concepto de una España unida. Ese honor hay que apuntárselo al rey godo Leovigildo, capaz conseguir la unidad política de Hispania. En cualquier país decente con una historia tan apasionante como la que tiene el nuestro, ese episodio jamás se podría pasar por alto en un centro escolar. Sin embargo, en España se oculta completamente. Imposible de entender lo que viene después. Imposible comprender cómo se desmorona el Imperio Romano y cómo, tras los godos, llegan los musulmanes. Imposible interpretar cómo se gesta la Reconquista. Y, por supuesto, imposible suponer que Isabel y Fernando toman su concepto de patria del que ya existía durante el reino visigodo.

La ministra de Educación, Pilar Alegría, conocida popularmente como ‘Pili Juergas’, ha asestado una puñalada trapera a la memoria de España. Porque esa sí que es la auténtica memoria histórica. La que todos y cada uno de los alumnos de Secundaria deberían saber y comprender. Y no hablo de retener sin más la lista de los reyes godos como hicieron nuestros padres. Me refiero a entender que ese periodo de la historia es vital para comprender lo que viene después. Sin embargo, lejos de recuperar esos conceptos básicos, el proyecto de real decreto de la ESO que el Consejo de Ministros aprobó la pasada semana da un preocupante y casi delictivo paso atrás. La Historia deja de explicarse de manera cronológica, para pasar a impartirse por bloques temáticos. El objetivo es hacer un cóctel amargo para volver locos a los estudiantes y que se planten en el Bachillerato sin tener ni pajolera idea de dónde venimos. Absolutamente demencial.

LA GACETA se hacía eco hace unos días de la indignación de los docentes por este insulto a la inteligencia. Soledad Tena, coordinadora del grado en Historia de la Universidad de Salamanca y profesora del área de Historia Medieval, lo dejaba claro con una frase lapidaria: “No tiene sentido mezclar los esclavos de Egipto con los obreros de las fábricas de la revolución industrial”. Esa es la tragedia a la que nos vamos a enfrentar. Y eso sin mencionar la desaparición de la Filosofía, una asignatura clave si se imparte de una forma didáctica, amena y divulgativa.

Una sociedad que no conoce su propia historia está condenada al fracaso a todos los niveles. Si nuestros antepasados convirtieron la Sierra de las Quilamas en un lugar de leyendas vinculadas a don Rodrigo es porque tenían muy claro quién era este monarca. Y los que vinieron después, consiguieron interesarse por ese periodo tirando del hilo del mito. Pero para eso hace falta que en los colegios e institutos se ponga una semilla que la ‘banda de Sánchez’ se quiere cargar a base de mucho estiércol y poca simiente.

Mi amigo de Salamanca -: Juan Manuel de Prada

 Mi amigo de Salamanca -: Juan Manuel de Prada


De mis Tenía una cultura oceánica y una curiosidad de niño zangolotino estudiantiles en Salamanca guardo dos recuerdos imborrables: la luz rubia de la primavera, en idilio con la piedra de Villamayor, y la estampa altiricona y señorial de mi amigo Alberto Estella paseando por sus calles.

 coñón, con esa forma privilegiada de humor que, a la vez que se burla, se compadece de las miserias ajenas y, sobre todo, de las propias. Siempre andaba haciendo mofa de sí mismo, de sus manías, de sus achaques, de sus logros y de sus fracasos. Tenía una cultura oceánica y una curiosidad de niño zangolotino, siempre dispuesta a bautizar el mundo. Y, aunque era requerido en todo patronato o consejo que se preciase, siempre le quedaba tiempopara el alborozo de los libros y de la amistad.

Desde los años noventa, nunca dejó de bendecirme con su amistad. Saludaba la aparición de mis libros desde su tribuna en ‘La Gaceta de Salamanca’, donde escribía unos artículos sabrosos de prosa, anécdotas y evocaciones; y en más de una ocasión me invitó a presentarlos en el Casino de Salamanca, donde ejercía como presidente mercedario y ecuménico, para después invitarme a cenar (no he conocido a nadie con mejor gusto gastronómico que el suyo). En estos últimos años, después de fumarse millones de cigarrillos, se había pillado un «guapo enfisema» (así se refería, burlón, a su enfermedad) y me contaba con gracia incomparable que le tocaba acometer las calles que antes creía llanas como si fuesen el ascenso al Tourmalet, echando los bofes y con ‘paradiñas de recuperación’, disimulando por coquetería ante los escaparates. Y llevaba consigo una bombonita de oxígeno, a la que llamaba Greta y presentaba como «su novia más fiel», porque le había prometido acompañarlo «hasta que la muerte nos separe».

Hablé con Alberto Estella por última vez cuando me llamó para comunicarme pesaroso la muerte de Amelia Castresana, mi profesora de Derecho Romano y amor platónico de los dieciocho años. Algo magullado por la muerte de la amiga, Alberto Estella me confió entonces que a él también le había llegado ‘la hoja roja’, en alusión al libro de Delibes (y al librillo de papel de fumar, que así avisa de que se acaba). Yo le dije entonces que no dijera tonterías, que aún tenía que invitarme a muchas cenas suculentas; y él, siempre rápido en la réplica cálida e irónica, me preguntó: «¿Cuenta como invitación el banquete celestial?». Ya estará disfrutando de él a carrillos llenos, mientras hace reír a los ángeles. Descansa en paz, amado e inolvidable amigo.

Más daño al Bachillerato - Editorial ABC

 Más daño al Bachillerato - Editorial ABC


A través del programa ideológico del Gobierno, las aulas se convertirán en ‘iglesias laicas’ para usar las asignaturas como instrumentos para moldear la conducta del alumno de que ABC avanzase días atrás las imposiciones del Gobierno en el nuevo currículo de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), con toda su dosis de sectarismo y adoctrinamiento, conforme a la nueva ‘religión’ de la izquierda, ahora es el turno del Bachillerato, donde no solo no se corrige esta tendencia, sino que se aumenta. ABC desgrana hoy en exclusiva las partes esenciales del nuevo Bachillerato, que demuestran que lo que menos importa al Gobierno es la educación de los jóvenes en libertad de criterio, competitividad en las aulas, o en mérito y capacidad. Solo se busca una uniformidad del alumnado sin asomo de exigencia, y una suerte de lobotomización intelectual masiva en la que lo único útil es el ensalzamiento de la izquierda como única ideología aceptable.

Apenas queda nada del aprendizaje real de contenidos, la memorización o la preparación objetiva de los jóvenes en virtud de la capacidad de cada cual. El Bachillerato, el más flojo y menos exigente de nuestra historia, queda así subsumido en una nebulosa de conceptos cuyo currículo huye de lo estrictamente académico para confluir en un modelo surrealista de enseñanza ajeno a la realidad.

El Gobierno da vía libre a realizar el Bachillerato en tres años por primera vez desde que se instauró, y además se permite aprobar esta decisiva fase educativa con suspensos, lo cual es inédito. Se borra de los libros la historia de España anterior a 1812, pero a cambio se introduce el estudio de los llamados ‘Objetivos de Desarrollo Sostenible’. Todo, en el más puro lenguaje del sanchismo. La ecología y el feminismo se insertan en Historia de la Filosofía, y la nadería del ‘lenguaje inclusivo’ fomentado por Irene Montero desde Igualdad se estudiará en Lengua. Como vienen denunciando diversos colectivos del ámbito educativo, las aulas se convertirán en ‘iglesias laicas’ para usar las asignaturas como instrumentos para moldear la conducta del alumno. La educación se configura como una ingeniería social en la que solo una tendencia ideológica, una visión monocolor de la vida, se convierte en referencia de la bondad social mientras se criminaliza la contraria.

Los títulos se expedirán así a mansalva, haya aprendido el alumno o no. Cuando apruebe, habrá sido gracias a esta especie de catecismo curricular que permite una promoción generalizada. Todos los contenidos están trufados de la misma idea con que el Gobierno aprobó la asignatura Valores Cívicos y Éticos en la ESO. El espíritu consiste en impregnar todo de orientaciones ‘éticas’ sobre un objetivo superior, que es la protección del ‘bien común’. Eso sí, no define qué es ese bien común. Solo que se alcanza si el alumno sigue a rajatabla el guion que impone el progresismo, porque lo conservador es regresivo. Está claro que no quieren alumnos, sino un ejército de autómatas felices sin estudiar y sometidos a toda esa impronta retórica del consumo responsable, la sostenibilidad, la alimentación saludable, las identidades colectivas, la ecología social, el ecofeminismo solidario... Palabrería hueca y contaminante para que el alumno vincule inconscientemente la alimentación saludable con la izquierda, como si la derecha promoviese solo comida dañina. Todo se basa en una cierta visión redentora, buenista y artificial de la realidad frente a la dureza que caracteriza al estudio, o frente al concepto de autoridad del profesor, que queda arrumbado en beneficio de una cosmovisión sanchista de la realidad. Nunca como ahora se hizo tanto daño a la educación.

domingo, 3 de abril de 2022

La música suena bien - Julián Ballestero

 

La música suena bien - Julián Ballestero 


ESCRIBO estas líneas todavía consternado por la muerte de nuestro colaborador Alberto Estella, un hombre íntegro, con una pluma excelsa, un modelo para todos los que nos dedicamos a comentar la actualidad. Pero la actualidad manda y en España hemos vivido este fin de semana un acontecimiento que puede marcar la historia de nuestro país en los próximos años. El congreso del PP que ha elegido a Alberto Núñez Feijóo como presidente debería significar el principio del fin de ese sanchismo que como una losa ha sepultado nuestras esperanzas en los tres últimos años.

La música interpretada por el gallego en el momento de su entronización suena bien. Suena a la recuperación de las esencias de una derecha moderada, centrada, constitucional, europea y alejada del histrionismo y los continuos bandazos a los que Pablo Casado la sometió durante su nefasta presidencia. Si algo cabe reprocharle a Feijóo en su estreno al frente del PP es que haya concedido protagonismo y benevolencia a partes iguales a quienes no se merecían sino el olvido, y no tanto por sus errores, sino por el empeño cainita en destruir a los compañeros de partido. Quienes han sido víctimas de la inquina de Casado y García Egea, comenzando por Isabel Díaz Ayuso y siguiendo por Alfonso Fernández Mañueco, hubieran merecido un gesto de mínima censura a quienes han estado a punto de hundir la nave de la formación. A Mañueco ni siquiera le ha tenido en cuenta a la hora de conformar su equipo cuando ha colocado a Antonio Silván y Pilar del Olmo en su Ejecutiva, dos representantes del viejo herrerismo, sobre todo el primero.

Lo cierto es que el ex presidente de la Xunta gallega aterriza en el PP con una clara voluntad de concordia y eso, al parecer, vale también para los enemigos internos. Feijóo se declara contrario a la polarización de la política y a la agresión verbal y el insulto. Su estrategia sería perfectamente válida si enfrente no tuviera a un Pedro Sánchez que solo negocia y dialoga con sus amigos comunistas, golpistas y proetarras. Con un presidente del Gobierno empeñado en funcionar a golpe de decreto, que ha demostrado no tener el mínimo interés en pactar ninguna de las medidas aplicadas en los tiempos críticos que vivimos y cuyas únicas divisas son las mentiras y la propaganda, no solo no se puede pactar, sino que es imperiosamente necesario marcar distancias y ofrecer una alternativa sólida y creíble ante tanto despropósito.

El nuevo líder del PP tendrá que resistir la presión para someterse a pactos ‘de Estado’ a la que será sometido en los próximos meses por parte de Sánchez y su coro mediático. Cometería un error incomprensible si se deja engañar por los cantos de sirena del pasajero del Falcon. Para poder pactar con el inquilino de La Moncloa tendría que sufrir una conversión radical, al estilo de Pablo cuando cayó del caballo. Se podría negociar y llegar a acuerdos con otro presidente que tuviera un mínimo de decencia y sentido de Estado. Pero ya no sería Sánchez.

Dejando a un lado esas tentaciones, el proyecto de Feijóo llega con buena música, como un líder maduro, con un rumbo claro, alejado de los experimentos preadolescentes de su antecesor. El gallego ha demostrado nada más llegar a la presidencia del PP que no hace falta vituperar al contrario para marcar diferencias con Vox. Con tan solo demostrar su apoyo a una España autonomista, en la que se respeta la diversidad lingüística y la igualdad entre hombres y mujeres, ya dejó clara la distancia con los postulados de Abascal. Si fuera inteligente, y al gallego la inteligencia como el valor se le supone, no rompería los puentes con Vox. Para desalojar a Sánchez de La Moncloa y reconducir a España a la senda de la cordura, el PP tendrá que pactar con los verdes, porque, salvo revolución imprevisible, las mayorías absolutas han pasado a la historia. La música suena bien. Ahora a ver cómo baila.

Como si lo estuviese viendo - Santiago Juanes

 Como si lo estuviese viendo - Santiago Juanes


PUEDO imaginarme a Quevedo (nadie mejor que él) en las puertas de la Gloria recibiendo a Alberto Estella. ¿Viene para quedarse o como las otras veces? Pues pase, pase, que le estábamos esperando y además hay gente aquí que tiene muchas ganas de conocerle, desde Cervantes o Unamuno, a Julio Camba, Juan Barco o Wenceslao Fernández Flórez, articulistas famosos, pero sobre todo hay alguien que ha preguntado por usted varias veces, ya lo sabrá, Adolfo Suárez, creo que allí está, con Jesús Esperabé de Arteaga.

Supongo que a estas alturas su tocayo, Alberto de Churriguera, le habrá dado un achuchón y las gracias por aquella cita con el 250º aniversario de su Plaza Mayor, y habrán corrido a saludarle algunos del medallero placero, tan leídos por Alberto, quien se habrá llevado una sorpresa al ver en la Gloria a más de uno que esperaba en otro lugar bien distinto. La Gloria debe ser un lugar lleno de sorpresas. Cuando me aseguraron que Alberto Estella había fallecido solo pude contestar que eso era una exageración, que no puede morir alguien con su biografía, memoria, pluma y una huella imborrable en espacios salmantinos como los juzgados en los que tantas horas echó; la Plaza Mayor, con aquella fiesta de su 250º aniversario, o el Casino de Salamanca, que volvió a establecer en la vida social y cultural salmantina, pero también en el campo charro, del que tanto escribió en estas páginas y habló en todos los foros, y donde tanta paz e inspiración encontró. Huella imborrable en la Cultura de esta provincia, de la que ya forman parte sus artículos en estas páginas o su labor en el Centro de Estudios Salmantinos, del que fue secretario. Ya digo, una exageración. Tengo para mí que en cualquier momento me cruzaré con él y pegaremos la hebra un rato de las cosas de Salamanca. Su Salamanca. Nuestra Salamanca. También puedo imaginarme la cara de sorpresa de Alberto cuando se haya encontrado con Celia Sánchez. Tú, qué haces aquí. Tampoco me creo lo de Celia. Otra exageración. No digo que sea mentira, simplemente una exageración. Seguro que también me la encuentro por el barrio, en la farmacia o la cafetería de Pedro, en alguna obra de teatro o cubriendo una noticia con esa boina que era un homenaje a Carmen Martín Gaite, como su sonrisa.

Ha sido una semana extraña, en la que la proximidad de la Semana Santa se ha dejado sentir de forma cada vez más intensa con sus pregones, conciertos, preparativos y presentaciones de revistas. Ángel Ferreira leyó el pregón del Cincuenta Aniversario de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, recordando los malos años de la Semana Santa de Salamanca, con un presente incierto y un futuro negro, a diferencia de la actual, aunque ya veremos las cicatrices que ha dejado la pandemia. Fue un pregón emocionante con pocas fechas y muchos nombres propios, el llamado factor humano citado el otro día en la presentación de la revista Cristhus. Esta tarde llega el “Poeta (Ramiro Merino) ante la Cruz”, que quizá responda a la pregunta de Antonio Praena, otro poeta, de si se puede o no ser poeta ante la cruz. Y pasado mañana el Pregón, con mayúscula, que este año imparte Francisco Gómez, periodista, narrador de nuestras procesiones desde la tele. Da vértigo su reto porque ¿qué se puede decir de la Semana Santa, de la Pasión, cuando tanto se ha dicho? Dentro de una semana estaremos metidos en harina, entre ramos, con la sensación de que alguien nos ha robado el mes de abril, y no solo por la inesperada ola de frío.

Estella, que escribía como los ángeles, aunque fuese el mismo demonio según los destinatarios de su ironía, tendrá día en el periódico de la Gloria, defenderá en sus tribunales causas imposibles y montará tertulia o casino, ya veremos. Es como si lo estuviese viendo.

jueves, 31 de marzo de 2022

326 euros - David Alandete

 326 euros - David Alandete


Hace un Nadie puede vivir con la cosecha de un año, un mes después de que falleciera mi padre, nos llegó por correo el pago de su última cosecha anual en vida. Por 2.952 kilos de naranjas navel recogidas en enero de 2021, la cooperativa agrícola de Algemesí, en Valencia, le pagaba exactamente 326 euros. Fue una despedida amarga para una vida de 83 años dedicada al campo. Ni siquiera cuando el alzhéimer le vaciaba la memoria, y le hacía perderse en las calles del pueblo, olvidaba mi padre cómo cuidar sus ocho hanegadas, en las que pasaba largas horas, a veces hasta el punto de que mi

 hermano tenía que ir a buscarlo perdido entre naranjos ya muy entrada la noche.

Sé muy bien lo que mi padre pensaría de ese último recibo. Me diría al verlo que cada vez es más duro seguir adelante, que los «gastos generales», como los llamaba él -la contribución, la gasolina del coche y el tractor, el guano- son más altos que ese mísero pago, pero que él ese campo no lo trabajaba por dinero. Es verdad, están peor, mucho peor, los que tienen que subsistir, si pueden, con lo que les da el campo, sin nada más.

Mi padre no era de ir a manifestaciones, ni de grandes pronunciamientos políticos, pero estoy seguro de que compartiría la indignación que el sector siente hoy, que ha llevado a los agricultores a manifestarse y pedir a este triunfal Gobierno del progreso y contra la casta que haga algo para apoyarle, lo que sea, en lugar de este altivo mutismo que refleja una desconexión de la realidad española realmente alarmante.

Nos quieren convencer, el Gobierno de coalición y sus palangristas, de que las protestas del campo, como las de los transportistas, están hinchadas, que son un reducto de extremistas, un instrumento de los poderes fácticos contra el progreso. ‘Paros patronales’, los llamaba un afecto al poder. Ya va siendo hora de que un Gobierno que ha sido capaz de hallar 20.319 millones para avanzar políticas de género encuentre el tiempo y el modo de escuchar a los agricultores y ayudarles en sus demandas concretas. Aunque sea solo una vez debe salir de su trinchera ideológica para dar la mano a los que nos alimentan, y reconocer su dolor, y su dignidad.

domingo, 20 de marzo de 2022

No te quejes, so facha! - Alberto García Reyes

 ¡No te quejes, so facha! - Alberto García Reyes


Ha dicho la Cambiar sin aviso el criterio de España en el Sáhara es progre y protestar por el precio de los carburantes es fascistaministra Montero de Triana, esa Minerva de la sabiduría cuya retórica tabernaria demuele cualquier intento digno de celebración del V Centenario de su paisano Elio Antonio de Nebrija, que la huelga del transporte está siendo impulsada «por la ultraderecha» para «hacerle el juego al tirano». El otro día su jefe, un demócrata que de la noche a la mañana ha cambiado el criterio de España en el Sáhara desde el flexo noctívago de La Moncloa sin pasar por Parlamento alguno, acusó de la subida del precio de las energías exclusivamente a Putin, por lo que ella ha

 elevado la puja junto con un grupo surtido de trompeteros del régimen y le ha colocado el marrón también a Vox. Total, ya puestos. Porque hoy España es un ente unipersonal, incluso unigénito, acosado por un ubicuo y asfixiante fascismo. La izquierda ha ido encanijando su retórica desde Zapatero hasta reducirla a un famélico argumentario de supervivencia y las telarañas del pasado llenan el vacío moral que tanto eco les hace en la cabeza. Podría pensarse que el razonamiento de Montero es perverso porque trata de atribuir al adversario los comportamientos violentos de los piquetes que su partido despenalizó por afinidad. Pero no la veo tan capacitada. Hace muy poco tiempo, los mismos camioneros a los que ahora criminaliza eran los valientes salvadores que nos abastecían durante el confinamiento. Ahora son títeres de la ultraderecha y tienen la culpa de la escasez de papel higiénico, que por cierto es lo primero que se agota en nuestros supermercados porque los españoles tenemos un constante pellizco en la barriga con este Gobierno. Resulta que cambiar sin aviso casi medio siglo de política internacional es progre y protestar por los precios de la gasolina es ultra.

A lo mejor Montero no recuerda el palo que un sindicalista le partió en la cabeza a un transportista durante las manifestaciones de los trabajadores del metal en Cádiz, cuando el sin par Kichi, camarada del neosocialismo, dijo aquella frase tan coqueta para un alcalde de la cuna de la libertad: «Hemos tenido que meterle fuego para que en Madrid se fijen en nosotros». ¿A quién le importan los piquetes amigos habiendo tantos nazis por ahí? Mientras llos países serios toman medidas para bajar los precios, Pedro Sánchez se sigue haciendo el longui porque necesita recaudar. Y su cohorte de pelotas, con Montero dándole coba a ritmo de maracas, no se atreve a susurrarle que sin rebaja va a consumir Rita la Cantaora. Con los actuales precios, el incremento anual del gasto de una familia para las necesidades básicas supera los tres mil euros. Así que el arreón de Montero contra Putin, la ultraderecha y la madre que parió a Panete se llama desparpajo, aunque los currantes que vivimos a dos velas no tenemos muchas ganas de discutir y estamos dispuestos a aceptar esa oratoria de plazoleta -¡no te quejes de los palos que te doy, so facha!- si la ministra de Hacienda, ¡que ella es la ministra de los impuestos!, nos baja el puyazo y podemos dejar de freír los huevos con saliva.

martes, 8 de marzo de 2022

Tania Fernández

 Tania Fernández


De taquillera a gerente tras estudiar cuatro

carreras

Tania Fernández empezó a estudiar la carrera de Físicas pero no le “terminaba de llenar”. Con 19 años dejó los estudios para probar un año trabajando. Comenzó como taquillera, vendiendo billetes de autobús en una empresa de transporte de viajeros salmantina. Ahora, 22 años después, se ha convertido por méritos propios en la gerente de esa empresa y en tiempos complicados por la pandemia y la crisis económica.

Tania fue taquillera, se sacó el carné para conducir autobuses y pasó al departamento de administración donde trabajó 13 años. En ese tiempo decidió aumentar su formación y concluyó cuatro carreras: Empresariales, Administración y Dirección de Empresas, Economía y Turismo. “Siempre fui muy inquieta y tenía claro que me quería quedar aquí. Defiendo que hay que formarse para seguir avanzando”, subraya.

Fue hace año y medio cuando se jubiló el gerente de la empresa y se publicitó el puesto con un proceso de selección. “Tenía claro que me quería presentar y me daba vértigo, pero no lo dudé. Me había estado preparando toda la vida para esto. No sé si me arrepentiré en un futuro, pero de lo que sí me arrepentiré es de no hacerlo”, explica. Nadie superó el currículum de Tania, que acumulaba además experiencia en el sector del transporte y lealtad a la empresa. Fue la seleccionada y desde entonces, esta mujer de 42 años ejerce de gerente, un puesto donde no ha dejado de aprender, confiesa.

“No he sufrido discriminación por ser mujer. Defiendo que hay que luchar, formarte y trabajar y, con eso y con todo, no lo tienes todo asegurado. Lo que sí le choca a la gente es la edad, porque tengo 42 años y estoy en un puesto de responsabilidad”, explica Tania, que trabaja de lunes a domingo, sorteando la crisis actual. “Estoy trabajando más que antes y más duro para que el negocio salga adelante”, reconoce esta mujer, que admite que su situación familiar, sin hijos, le facilita esa mayor dedicación a la empresa.